El alcalde de Salamanca
Los días 27 y 28 de agosto pudimos leer sendas noticias en su periódico, en las que aparece como triste protagonista el alcalde de Salamanca, Julián Lanzarote (PP), que con su conducta sectaria y absolutista despidió por "decisión personal" a 27 trabajadores del Centro de Arte (CASA), por un lado, e impidió a los concejales del PSOE oficiar bodas, por otro. Me llena de ilusión que un periódico de la talla de EL PAÍS se haga eco de estas "cacicadas" del primer mandatario de nuestra ciudad y que, por ende, la sociedad española se informe del talante dudosamente democrático de este señor.
Pero, desgraciadamente, éstas son sólo el reflejo de una conducta que es habitual no sólo en él sino en la mayoría de los gobernantes del PP provincial y que a los salmantinos nos tienen tan acostumbrados. La opinión pública debe saber que este señor es el presidente provincial del PP y jefe del sector dominante en este partido que impuso sus criterios años atrás, extendiendo su influencia también en el ámbito autonómico, siendo su máximo exponente el secretario general regional del PP, a su vez consejero de la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Sr. Fernández Mañueco. Existe una característica semejante en todos ellos: practican una política de autoritarismo y prepotencia y, además, castigan la disidencia en sus propios compañeros con la separación de puestos relevantes de responsabilidad. Lo que ocurre es que cuentan con el incondicional apoyo mediático de algunos poderes fácticos e impide, por tanto, que estas conductas, en otros lugares fuertemente criticadas, sean suficientemente conocidas por el resto de los españoles.
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