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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Raíces y exilios

Chevathar es un nuevo territorio literario. Y está en la India. Allí ha situado el editor y periodista David Davidar su primera novela, La Casa de los Mangos Azules. Tres generaciones de una familia que sirve para mostrar la historia humana y política del subcontinente asiático.

Ésta es la primera novela del periodista indio David Davidar, editor de Penguin India, que parece que haya querido seguir los pasos de algunos de sus mejores autores, abanderados por el maestro Vikram Seth, lector y eventual corrector, por cierto, del manuscrito, y la celebrada Arundhati Roy.

Como fluye el Ganges, fluye la prosa reposada, de reportaje ilustrado, de Davidar. Con La Casa de los Mangos Azules, el joven editor y periodista se estrena en la literatura ofreciéndonos una novela-río que atraviesa tres generaciones de la familia Dorai, en el sur agrícola del subcontinente asiático. A la manera de Faulkner con el condado de Yoknapatawpha, Davidar concibe la provincia imaginaria de Chevathar, en la que disponer sus criaturas de ficción y aderezarlas con un puñado de recuerdos autobiográficos "de una infancia idílica, pasada en lugares como las plantaciones de té de la montañosa región de Peermade, donde trabajaba mi padre", página 551. La trama revela enseguida que la estructura de la novela se sustenta en dualidades. Se advierte que bajo la historia humana y política de la India desde 1899 hasta 1950 discurre una crónica geográfica que atiende al paisaje y la naturaleza, convirtiendo la historia en un sendero que se bifurca, de un lado la tierra, de otro el hombre, estableciéndose una nueva dicotomía entre los hijos de Solomon Dorai, el paterfamilias, de modo que Daniel, médico naturista, encarna la tradición y el apego a las raíces hindúes, y su hermano Aaron, en cambio, independentista acérrimo que devendrá a un tiempo asesino y héroe, simboliza la secesión, política y anímica, del Imperio Británico.

LA CASA DE LOS MANGOS AZULES

David Davidar

Traducción de Damián Alou

Anagrama. Barcelona, 2003

569 páginas. 22 euros

El caso es que el texto legitima una lectura de La Casa de los Mangos Azules en términos de enfrentamiento entre tradición y modernidad, hasta de civilización y barbarie, y recorriendo páginas en las que se suceden los babas, ascetas itinerantes, y la parafernalia británica hasta Lord Mountbatten, los ritos a Shiva y la lucha entre castas y la maquinaria burocrática de la Compañía de las Indias Orientales, tiene uno la impresión de que, como si de un caballo de Troya se tratara, el hombre y su enrarecido universo ha invadido la placidez de una hermosa India ancestral, y que no es otro el objetivo primordial de la obra de Davidar. La novela se prodiga en excursos acerca de la historia contemporánea del país y de la estructura social y religiosa, y proporciona excelentes páginas con las que recrearse la vista. "¿Vaca o bicicleta?", se pregunta un personaje en la página 420. Tal vez en esta pregunta se encuentren la clave del mensaje de la novela y las contradicciones de la India que Davidar pone de manifiesto en su industriosa novela. Y no hay duda que valga: las pertinentes explicaciones del narrador, sus digresiones y comentarios, las profusas descripciones y el talante cronístico del libro entero resultan imprescindibles para no errar la respuesta.

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