Pasaje a Nueva York
He aquí un libro que trata de cercar la realidad, un libro de crónicas y de género híbrido, un cuaderno de un escritor que, como otros artistas, pasa una temporada en Nueva York para construirse una nueva mirada sobre el mundo y que trata de realizar un esfuerzo para que todo aquello que ve le sirva para su formación intelectual. Un rito de paso de un joven artista, en suma. Me refiero al libro de Harkaitz Cano (San Sebastián, 1975) El puente desafinado. Baladas de Nueva York, traducción de Piano gainean gozaltzen (Desayuno sobre el piano), publicado por la misma editorial.
Si el libro en euskara remitía a Truman Capote, la traducción remite más exactamente a Paul Auster, de quien se toma una cita para explicar su sentido: "Nadie quiere ser parte de una ficción; y menos aún, cuando esa ficción es verdadera".
Nos encontramos frente a un libro abierto, a una educación sentimental de Cano que se dirige a Nueva York a escribir una novela que parece que se estanca, porque la ciudad fagocita al autor y lo convierte en personaje de su propia trama, a la vez que le ofrece energía suficiente para seguir creando en otros géneros: poesía y ensayo.
Más cerca de un diario personal ficcionalizado que de un libro de viajes e impresiones, esta obra representa un buceo en la personalidad del escritor que quiere ser un desdoblamiento del ser, un "otro", que en el vacío de la soledad encuentra una forma de integración de la ficción en la realidad, y una estructura para novelar lo real.
Si el libro fue publicado bajo el epígrafe de Crónica, ese género no hace justicia a la obra que se despliega evidentemente en mucho más que en una descripción, más que una serie de cuadros que muestran a un autor irónico y capaz de jugar con las imágenes y las palabras.
El autor, o su voz, comentan que viajan para convertirse en un "otro", en alguien distinto. Los fragmentos de la crónica resultan interesantes cuando aparece ese otro en forma de azar, y la voz habla de la casualidad, de la ficción, de la literatura, de lo probable. Cuando escribe poesía, que es una forma de acercarse a la realidad, cuando metaforiza sobre lo visto y lo sentido, el libro adquiere una altura encomiable, en ese tono sutil entre ironía y sapiencia que tan bien utiliza el autor. Cuando explica su vida diaria, esa búsqueda de los pisos, dónde dormirá, esa información de un recién llegado, resulta un poco escrito en sordina.
Harkaitz Cano representa una de las líneas más estables de la literatura escrita en euskara que se realiza a partir de los años 90. Esta traducción, y su anterior y excelente Enseres de ortopedia inútil permiten al lector acercarse a la más nueva literatura vasca.
Harkaitz Cano: El puente desafinado. Baladas de Nueva York. Erein, San Sebastián, 2003, 187 páginas, 13,45 euros.
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