La jungla de los 800 metros
Muchos atletas, entre ellos un Antonio Reina que aún no domina las suertes, sufren un calvario para seguir adelante en la prueba
La prueba de los 800 metros es una jungla. En una época en que la mayoría de las carreras tienen la jerarquía muy definida, el 800 no tiene dueño. Es una estupenda noticia. No menos de ocho atletas están en condiciones de ganar la final, pero para alcanzarla hay que sudar sangre. La primera ronda estaba integrada por ocho series. Pasaban los dos primeros de cada una y los ocho mejores tiempos. Una batalla, en definitiva. Varios de los favoritos pasaron un calvario para clasificarse, con el gran Wilson Kipketer a la cabeza. Pasó a las semifinales por una centésima de segundo en una carrera en la que tenía a su lado a otro notable, el suizo Bucher, que parece definitivamente recuperado de la grave lesión que sufrió el pasado año. Antonio Reina comprobó en primera persona lo que significó el sufrimiento para pasar a la siguiente ronda. Se clasificó el tercero en su serie, pero alcanzó las semifinales gracias al tiempo que obtuvo: 1m, 46.44s.
Reina pertenece al prestigioso club del 1m 43s. Pertenece, por tanto, a la categoría de los posibles medallistas, aunque le falta experiencia y repetir habitualmente las marcas de los grandes favoritos, gente como Bucher o Maaloudzi, el surafricano que ha irrumpido como un ciclón esta temporada. Con 21 años, Reina está en la fase de aprendizaje. No es todavía un atleta seguro. El pasado año cometio errores graves en la semifinal de los Campeonatos de Europa y no pasó a la final. En la serie de ayer, dirigió la carrera durante 700 metros, con cierta comodidad, sin entrar en el típico combate de codos que suele cobrarse víctimas en las carreras tácticas. En estos tiempos de pruebas con liebres, el arte de las series eliminatorias adquiere más importancia. No sólo importa correr, sino hacerlo en el momento adecuado. Y Reina todavía no domina las suertes.
Sus grandes condiciones necesitan pulirse. En la recta final fue superado por el marroquí Kadaduine y el holandés Som, dos excelentes especialistas, muy capaces de entrar en la final, lo que hablaba de la dureza de las series eliminatorias. Reina dijo que no tuvo más remedio que tomar el mando de las operaciones. "Salí en la calle dos y no quería verme encerrado", declaró. Quizá hizo la carrera que no quería, pero así es el 800, una carrera misteriosa que muchas veces se determina por la habilidad para olfatear los momentos precisos para atacar, para defenderse, para sorprender a los rivales.
Eso, que se ha perdido en las reuniones de verano por obra del interés en conseguir grandes marcas, es lo que se recupera en jornada como la de ayer, jornadas donde el 800 se convierte en una prueba espectacular por todos los secretos que guarda.
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