_
_
_
_
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Los Ballets de Montecarlo dan una nueva visión de 'Romeo y Julieta'

El vetusto patio central del Cuartel del Conde Duque de Madrid se convirtió el martes en la arena de pasiones y espadas que marca el argumento de Romeo y Julieta, ballet basado en la tragedia homónima de William Shakespeare, con el fondo sonoro creado en los años treinta del siglo XX por Sergei Prokófiev. La coreografía de Jean-Christophe Maillot, director artístico de los Ballets de Montecarlo desde septiembre de 1993, es un esmerado ejercicio pensado con la voluntad de mostrar los elementos definidos de su estilo y sistema creativos.

Sobre este clásico de violencia y amores juveniles se ha hecho multitud de versiones operísticas y danzadas, pues los valores universales que encierra le permiten atravesar sin dificultad el tiempo y las modas; Maillot, consciente de esto, elabora un intento de exploración en el interior de la trama, dando al coreógrafo las facultades de un estudioso científico y no solamente las de un voluntarioso inspirado.

De ahí que la coreografía tenga una apariencia de frialdad y distancia, lo mismo que sucede con la escenografía de Ernest Pignon Ernest y con el vestuario de Jerôme Kaplan, ambos artistas colaboradores habituales de la casa de ballet monaguesca.

Asombro e ingenuidad

Romeo y Julieta plasman su pasión a través de un excesivo asombro y falsa ingenuidad que no casa con el perfil shakespeariano. Hay en toda la lectura coreográfica una tensión probablemente inducida por los procesos armónicos en que se encontraba Prokófiev en el momento de construir su magistral partitura, pero otros antecedentes coreográficos con esta misma música nos evidencian que es el coreógrafo el que debe convertirse en el pincel matizador. Pensemos en la coreografía de Lavrosky o en las más recientes de Cranko o MacMillan.

A pesar de este recelo que en cierto sentido puede entenderse como puramente esteticista, Maillot consigue eficientes movimientos de grupo, atmósferas dinámicas y un tono que se mueve entre el misterio y el ballet contemporáneo.

Jean-Christophe Maillot, en estos diez años al frente de la compañía de Montecarlo, ha tenido una privilegiada oportunidad para desarrollar sus experimentos personales como creador y un amplio catálogo de recreación actualizada de los clásicos (Cascanueces, La bella durmiente), y a esto es a lo que llamamos con propiedad cristalización de un estilo.

La compañía sigue respondiendo con una altísima calidad de baile y un aire de elegancia. Entre otros artistas, cabe destacar al vasco Asier Uriagereka en el papel de Teovaldo, y a la italiana Paola Cantalupo en el papel de la señora de los Capuleto y madre de Julieta, demostrando con su potente baile y capacidad dramática una manera de expresar el contenido argumental en el que se reconoce a una verdadera estrella de ballet.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_