Tres españoles en el jardín keniano de los obstáculos
Cuentan las leyendas que todos los años se reproducen -porque son verdaderas- que los niños de Kenia van a la escuela corriendo por los caminos y que algunos, como Reuben Kosgei, que llegó a ser campeón olímpico y mundial, para no aburrirse se salían de los caminos marcados y preferían recorrer los cinco o 10 kilómetros cotidianos campo a través, saltando todo lo que se les ponía por medio, zanjas, tapias y matas. Así, explican, nace la superioridad natural de los atletas africanos en general en las carreras de fondo, y la de los kenianos en particular en los 3.000 metros obstáculos, su prueba fetiche.
Así, por ejemplo, Reuben Kosgei es el rey de la ría, el obstáculo de casi cuatro metros de largo y 70 centímetros de profundidad que concede al 3.000 obstáculos su carácter especial. Delante de la ría hay una valla de un metro, un obstáculo que se utiliza como apoyo para dar el salto sobre el agua y caer con un pie, por lo menos, en seco, pero Kosgei a veces, para divertirse, vuela por encima de la valla y, aéreo, cae al otro lado del agua, un salto de cuatro metros.
Con Kosgei, y también con Stephen Cherono, que ahora es qatarí por dinero, y con Ezekiel Kemboi se las tendrán que ver hoy tres españoles que han ido a la escuela andando o en autobús, que han aprendido a saltar las vallas en la pista y la ría repitiendo una y otra vez los entrenamientos. Tampoco tienen la calidad natural de los kenianos, pero no se arrugan y anuncian ambiciones altas. "Las medallas están ahí", dice Eliseo Martín, un aragonés que se siente en el mejor momento de su vida. "Y los kenianos no son lo que eran".
La inspiración de Berlanas
Junto a Eliseo, metódico y trabajador, incansable, están José Luis Blanco, un recién llegado a la élite mundial que ha tomado el relevo del expansivo sevillano Penti Jiménez, ausente por enfermedad. Blanco es un caos táctico que se emociona cuando se ve fuerte y no entiende a los calculadores.
El tercero del clan es el madrileño Luismi Martín Berlanas, el que más se ha acercado a los kenianos, tanto por marca -es el único español que ha bajado de 8m 10s- como por puesto -fue cuarto en el Mundial de Edmonton-. Berlanas es de San Martín de Valdeiglesias, el pueblo del ciclista Pablo Lastras, el que ganó una etapa en el último Tour, quien es su amigo y su inspiración. Berlanas necesita inspiración, alguien en quien fijarse, porque sus últimos tres años han sido de dolor y lesión.
Tres veces se ha operado de los tendones de sus pies y tres veces ha tenido penosas y lentas recuperaciones, temporadas reducidas a cinco meses e inviernos pasados intentando coger fondo esquiando o pedaleando sobre un rodillo. "Y el peor ha sido este año. Pero también Lastras era el rey de las caídas y las desgracias y acabó sacando su clase y su genio", dice Berlanas. "Así que después de haber llegado a la final, un logro increíble pues hace unas semanas ni siquiera me veía capaz de llegar a París, no puedo renunciar a nada. Y por lo que he visto, sólo dos kenianos están por encima del resto".
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