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Crónica:ATLETISMO | Campeonatos del Mundo de París
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los 100 metros no tienen rey

Kim Collins gana la carrera con una mediocre marca en medio del fracaso de los estadounidenses

Santiago Segurola

La velocidad busca un nuevo rey y París no ha designado al sucesor de Maurice Greene, eliminado en las semifinales. Se resintió de su vieja tendinitis en la pierna izquierda, con una cojera tan evidente que casi resultaba forzada. Quería justificar el fracaso y tenía motivos para hacerlo. Su lesión es tan cierta como su declive. En los dos últimos años no ha sido la sombra del huracán que fue. Sin Greene, los 100 metros son campo abierto para al menos diez o doce atletas. Ganó Kim Collins con una marca discretísima (10,07 segundos) y sin proclamar otra noticia que su buena calidad de velocista. Pero de ahí a pensar que estamos ante el nuevo rey, hay un margen muy considerable. La prueba ha entrado en un periodo de entreguerras, a la espera de alguien que la devuelva a registros honorable. Ni un solo atleta ha bajado de 10 segundos en todas las carreras que se han disputado en los Mundiales. Es todo un síntoma.

La prueba está en tiempo de entreguerras, a la espera de que alguien logre registros honorables
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Collins no es un piernas, desde luego. Pertenece a la estirpe de los sensacionales velocistas caribeños, en este caso natural de Saint Kitts and Nevis, un estado integrado por dos diminutas islas capaces de producir un atleta que el pasado año ganó el 100 en los Juegos de la Commonwealth y que ahora se ha coronado campeón del mundo. Las cualidades de Collins no se discuten. Es un velocista fino que no remite a los armarios que han dominado la prueba durante los últimos años. Ligero, elástico, elegante, ha figurado entre los mejores del mundo desde los Juegos de Sydney. No es, sin embargo, el hombre destinado a gobernar la prueba.

Ningún estadounidense alcanzó el podio. Es una noticia de primera magnitud. No se recuerda una circunstancia semejante ni en los Juegos Olímpicos, ni en los Campeonatos del Mundo. Es un golpazo al orgullo de la mayor factoría de sprinters. Tim Montgomery, el plusmarquista mundial, fue quinto, con 10,11 segundos. Bernard Williams, el campeón estadounidense, terminó sexto, con 10,13s. Maurice Greene no se clasificó para la final. Tim Drummond montó una bufonada en los cuartos de final. El fracaso es colosal. Sin embargo, los norteamericanos producirán campeones muy pronto. Los dos mejores velocistas de Estados Unidos no disputaron la prueba de 100 metros por diversas causas. Uno es Justin Gatlin, lesionado en la primera carrera de la temporada. No entró en el equipo de su país, pero en las últimas semanas ha dado pruebas de sus tremendas condiciones. El otro es John Capel, uno de los talentos más desaprovechados que ha dado el atletismo en los últimos años. Su falta de dedicación le ha impedido convertirse en el mejor velocista actual.

El resultado de la final dice mucho del estado actual de los 100 metros. Ganó Collins, por delante del joven Darrell Brown (Trinidad y Tobago) y del británico Darren Campbell, un segundo espada que aprovechó la ocasión de su vida. Nuevamente fracasó Dwain Chambers, el hombre que tenía la pinta de sucesor de Linford Christie. Fue cuarto en la final más barata de los últimos tiempos. Está claro que sufre miedo escénico. Fracasó el pasado año en los Juegos de la Commonwealth y se ha derrumbado en París. Lo mismo se puede decir de Tim Montgomery, superado por la marea de su récord mundial y de su relación con Marion Jones. No es un hombre preparado para tanta fama. A Montgomery no le abandona ni a tiros su imagen triste. Llegó aplastado a París y de la misma manera sale de los Mundiales.

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