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La prostitución callejera se intensifica y se extiende a nuevas áreas en Barcelona

El reparto del territorio por nacionalidades ha generado conflictos

La prostitución callejera aumenta en Barcelona. El sexo de pago al aire libre, sin los controles ni la seguridad que ofrecen los clubes, aflora en nuevas zonas debido, en parte, a la llegada de inmigrantes y también a la dispersión que practica la policía. La Rambla y el Camp Nou ya no son las únicas áreas frecuentadas por los buscadores de sexo de pago. La zona universitaria del lado de montaña de la Diagonal, la avenida del Exèrcit y la plaza de las Glòries se han convertido en refugio de decenas de chicas y travestis que huyen de la presión policial de las zonas tradicionales y de la hostilidad de las prostitutas que defienden a capa y espada lo que consideran su territorio particular. El mercado se desborda.

Es martes. Las doce de la noche en la Facultad de Ciencias Económicas de la Diagonal. Una mujer de piel oscura se balancea sobre sus tacones esperando algún cliente y nada parece indicar que ésta tenga que ser su noche. Media ciudad está de vacaciones y los posibles clientes se concentran más abajo, en el Camp Nou. No es la mejor área, pero ya no hay espacio en la zona de toda la vida. Los alrededores de la catedral del fútbol se hallan colapsados y controlados por algunos proxenetas que impiden a las recién llegadas trabajar en lo que consideran "su territorio".

"Esto es un descontrol, las chicas se van dispersando y cada vez es más inseguro trabajar aquí", explica el marido de una de las chicas que trabaja cerca del hotel Princesa Sofía y que conoce bien la zona. Esta inseguridad y el colapso de los alrededores del Camp Nou hacen que las zonas de prostitución callejera estén cada vez más desdibujadas y sin límites claros.

- Les Corts. "Esto es un descontrol". La zona de influencia de las prostitutas en el distrito ya no se limita al Camp Nou y alrededores. La llegada de mujeres de países del Este y de América Latina ha hecho crecer la zona de prostitución hasta cruzar la Diagonal y alcanzar las facultades.Además, las prostitutas se han unido por nacionalidades y se han repartido el terreno, desplazando a las españolas, y no son pocos los conflictos que se han producido por no respetarlo. Estos conflictos se agravaron hace un año y medio y requirieron la intervención de la policía. Ahora, siempre según el Cuerpo Nacional de Policía, la situación está más tranquila. Desde la misma calle, sin embargo, la percepción es muy distinta. Muchos novios y maridos se quedan toda la noche para vigilarlas, algo que la policía no duda en calificar de "proxenetismo encubierto". Uno de estos maridos explica, mientras su mujer busca clientes, lo que ve cada noche en los alrededores del campo de fútbol: "Esto es un descontrol. Las chicas se han ido dispersando y están más expuestas a que venga un desgraciado y les haga cualquier cosa. Por eso estoy aquí". Su mujer, de origen brasileño, asegura que nunca tuvo intención de prostituirse hasta que llegó a España hace unos meses y no vio otra solución que ésta para sobrevivir: "En Brasil tengo a mis hijos y tengo que mantenerlos, ¿entiende?".

- Ciutadella. "Cuando la presión policial es fuerte, las chicas llegan hasta las Glòries". Cerca de la calle de Wellington es donde se suelen concentrar las mujeres que trabajan en esta zona. Ellas, sin embargo, han ido desplazándose de una calle a otra a causa de la presión policial y las quejas de los vecinos. Si hace dos años la actividad se concentraba en los alrededores del edificio del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y la plaza de André Malraux, ahora las prostitutas se encuentran en calles más apartadas del centro. Algunas trabajan discretamente en el comienzo de la avenida de la Meridiana y otras lo hacen en los alrededores del parque de la estación del Norte. Al ser una de las zonas donde la prostitución callejera es más reciente, la Guardia Urbana ha tenido que actuar no pocas veces para atender las quejas vecinales. "En algunas ocasiones", afirma un portavoz del cuerpo, "se ha llegado a cortar alguna calle para impedir el paso de vehículos y dificultar la actividad". Cuando se han hecho este tipo de actuaciones y la presión policial ha sido más importante, las chicas se han ido trasladando hacia el norte hasta alcanzar la plaza de las Glòries.

- Ciutat Vella. "Las nuevas revientan los precios".

Aquí es donde más ha cambiado el paisaje de la prostitución callejera en los últimos años. Las prostitutas autóctonas que tradicionalmente han ejercido en esta zona se han visto desplazadas por chicas jóvenes, mayoritariamente procedentes de Sierra Leona y Nigeria. Lo mismo ocurre en pleno Raval, sobre todo en las calles de Robadors y Sant Ramon, donde "estas chicas han barrido la prostitución de mujeres heroinómanas del barrio que estaban muy deterioradas", afirma un agente del cuerpo de policía conocedor de la zona.

Debra, española de 45 años, llegó a Barcelona con 16 y, aparte de una pequeña escapada para trabajar en París, siempre ha ejercido la prostitución en la capital catalana. Desde hace unos meses trabaja de forma asidua cerca de la rambla de Santa Mònica y afirma que, tras la llegada de chicas extranjeras, le dan ganas de irse. "Antes éramos unas 30 o 40 españolas y ahora ya no quedarán más de 15", dice. ¿Y adónde se han ido? Las mayores se han retirado y las otras se han buscado otros sitios para trabajar, afirman las pocas autóctonas que se podían ver la semana pasada en esta zona de la Rambla.

Todas ellas se quejan del descontrol que hay en las calles tras la llegada de las extranjeras. Aseguran que la mayoría vienen engañadas por mafias y que ofrecen servicios a unos precios ridículos: "Por un servicio mínimo nosotras solemos cobrar entre 30 y 40 euros, y ellas lo hacen por 15 o 20; revientan los precios". Y aparte de cobrar menos, las españolas también trabajan menos debido a la mayor oferta.

Autóctonas y extranjeras, aunque compartan la misma calle, intentan que sus horarios laborales no coincidan. Las "negras", como llaman las autóctonas a las extranjeras, llegan a la Rambla más tarde, hacia la una de la madrugada, después de haber trabajado en la zona de Robadors. El primer fin de semana de agosto, la policía contabilizó a unas 45 chicas africanas en un mismo momento en el paseo central de la Rambla. La policía afirma que en mayo no había tantas y que el repunte puede ser debido a las altas temperaturas y a la presencia de turistas. Un miembro de la unidad de prevención y reacción del cuerpo explica que la presión policial es más fuerte cuando se observa que las chicas "avasallan a los turistas".

En la zona de Robadors también ejercen la prostitución muchas jóvenes de Europa del Este, mayoritariamente de Rumanía. Las latinoamericanas, sobre todo de la República Dominicana, se suelen concentrar en la ronda de Sant Antoni y la calle de Joaquín Costa.

- Las otras zonas. "Hay chicas por todas partes". La ruta de la prostitución callejera ya no se limita a las zonas tradicionales. En la Rambla de Catalunya suelen trabajar media docena de chicas, mayoritariamente de países del Este. Huyen de las zonas más masificadas, como sus clientes, que prefieren la discreción de esta rambla al barullo del Camp Nou. Algunas mujeres se reparten incluso en el poco céntrico paseo de la Zona Franca, quizás como herencia del traslado que se hizo de la prostitución callejera a este polígono con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992. Los taxistas que trabajan de noche afirman que las zonas de prostitución cada vez están menos claras. "Hay chicas por todas partes", asegura uno de ellos, que enumera calles y barrios con una rapidez deslumbrante.

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