"Siempre he identificado el verano con la libertad"

A Felipe Benítez Reyes el verano le entra en casa. El escritor, que nació en Rota (Cádiz) hace 43 años, no tiene que partir a la búsqueda de un resorte vacacional (como dicen los folletos de lujo), le basta salir a la puerta de la calle de su pueblo y comprobar "la alteración de la realidad y el ritmo" que se producen cada verano en Rota. Poeta, novelista, cuentista, ensayista y crítico literario, publicó el pasado junio Trama de niebla, un volumen que recopila en 400 páginas toda su poesía escrita entre 1978 y 2002. El escritor, exhausto después de los cuatro años que ha dedicado a su última novela El pensamiento de los monstruos (Tusquets), que salió a finales del pasado año, se ha dejado atrapar por las "alteraciones gozosas" del estío.

Pregunta. ¿También las palabras, como la realidad, se alteran con el verano?

Respuesta. Antes trabajaba mucho en verano, pero hace un par de temporadas que me dejo arrastrar por las propuestas de mis amigos y, la verdad, hago lo indispensable. El recogimiento de la temporada invernal es más propicio para el trabajo. He escrito poemas sobre los cines de verano, que han desaparecido en mi pueblo porque las inmobiliarias no tienen corazón.

P. ¿Qué echa de menos de los veranos de su infancia?

R. Precisamente el poder ir al cine, pusieran lo que pusieran. La película importaba poco, sino te gustaba podías mirar las estrellas fugaces o las gaviotas noctámbulas. Siempre he identificado el verano con la libertad, era la época del trasnoche. Volvíamos de la playa a las diez de la noche y podíamos estar en la calle hasta muy tarde. La gente que se sentaba al fresco, en la puerta de su casa, y hablaban. Esa sana costumbre se ha perdido y ahora todo gira en torno a la televisión y si se hace algún comentario siempre es sobre el programa de turno.

P. ¿Nunca cambia de escenario en verano?

R. Viajo mucho durante el año por motivos profesionales, hago unos 40 viajes, y para mí el descanso es no moverme de Rota.

P. ¿Frecuenta la playa?

R. Me gusta al anochecer, para pasear. Soy poco playero, este año me he bañado tres veces y todas por la noche.

P. ¿Y si tiene que desconectar, dónde va?

R. Prefiero la montaña, Grazalema, Ronda... lugares que para mí son más exóticos que la costa. Aunque también he ido mucho por Los Caños y Vejer (Cádiz).

P. ¿El mejor viaje de su vida?

R. Un agosto que fui a Buenos Aires y hacía un frío polar. Me gustó hacer miles de kilómetros para ir a un sitio que era más europeo que muchas de las ciudades de Europa que conozco.