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Reportaje:

El paro amenaza el milagro chino

La economía del país asiático crece a un ritmo del 8%, pero no da abasto para absorber "su mano de obra infinita"

Los economistas expertos en China suelen aducir que el gran poder de este país de 1.300 millones de habitantes es "su mano de obra infinita" y, por consiguiente, barata. Pero, como ocurre a menudo, también en este caso la virtud es el defecto. Porque, pese a que su economía ha crecido un 8,2% en el primer semestre del año, el país no da abasto para absorber esta fuerza de trabajo monumental.

Diez millones de jóvenes se incorporarán este año al mercado sólo en las ciudades, que se sumarán a los seis millones de despedidos por la reestructuración de las compañías estatales y a los ocho millones de parados registrados en los organismos gubernamentales. Sin embargo, las autoridades prevén que sólo se crearán ocho millones de empleos en 2003, lo que arroja un déficit de 16 millones de residentes en las ciudades sin tajo. El desempleo en las urbes chinas aumentó al 4,2% a finales de junio, 0,2 puntos más que en idéntico mes del año pasado.

Pero el problema es bastante más grave, porque este valor -la única cifra oficial que proporciona el Gobierno- dista mucho de la realidad. Por varias razones. La tasa de desempleo sólo contempla a los trabajadores registrados, no tiene en cuenta muchos de los despedidos de las empresas públicas y no incluye los 110 millones de chinos que se mueven por las ciudades de todo el país en busca de labor. Además, no contempla a los parados entre los 800 millones de campesinos.

La situación se ha visto agravada por la epidemia de neumonía atípica que barrió China la pasada primavera y dejó 349 muertos más 5.000 afectados, y sectores como la hostelería y el turismo, hundidos. Muchas empresas echaron el cierre por falta de negocio y cerca de diez millones de inmigrantes rurales se quedaron sin ocupación en la sexta mayor economía del mundo. El crecimiento del producto interior bruto (PIB) del segundo trimestre cayó al 6,7%. El sector servicios ha absorbido el 70% de la nueva mano de obra en los últimos cinco años.

El presidente chino, Hu Jintao, y el primer ministro, Wen Jiabao, lanzaron un mensaje de alerta el pasado fin de semana y urgieron a los líderes gubernamentales y del Partido Comunista de todo el país a hacer del empleo su gran prioridad. De lo contrario, advirtieron, China podría tener que hacer frente a una ola de inestabilidad y a la ralentización del meteórico desarrollo que vive desde hace dos décadas.

Hu Jintao reconoció, no obstante, que durante los próximos años China seguirá sufriendo "un problema de desempleo relativamente grave", ya que la oferta de mano de obra seguirá excediendo a la demanda.

Las autoridades calculan que la economía crecerá un mínimo del 7% este año, aunque algunas previsiones apuntan al 8%, e incluso al 8,5%. La feroz actividad constructora que siembra el país es testigo. En Pekín, como en otras partes, barrios enteros desaparecen en semanas, dejando la historia bajo los ladrillos, y donde un día hay una calle de casas bajas y vida vecinal, en poco tiempo aparece una gran avenida con concesionarios de automóviles de marcas extranjeras.

La huida hacia delante a golpe de PIB no es la solución, según algunos economistas. Si en los años ochenta, un punto de subida del índice suponía la creación de 1,3 millones de empleos, en los noventa la cifra cayó a 900.000 y en la actualidad está en unos 800.000. El objetivo chino es que la tasa de paro no supere el 4,5% a finales de año. Algunos analistas consideran que el valor actual se acerca ya al 10%.

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