Bibliotecas y energía solar

Este mes de agosto no abre la única biblioteca municipal de Colmenar Viejo. Déjenme divagar un poco y verán que eso tiene relación con la energía solar. Porque resulta que en Madrid, o en las grandes capitales españolas, hay bibliotecas, centros culturales, hasta estaciones, donde, a poco que se averigüe, se puede disfrutar de aire acondicionado, además de en los sitios donde pagas por estar. Pero en las ciudades pequeñas como Colmenar pues, si tienes que estudiar o hacer alguna tarea después del trabajo, o vas a un bar fresco o te quedas en casa achicharrándote.

Por otro lado, se ve que en tres semanas de ola de calor en España (que tiene frescos los hospitales, casi todos los transportes públicos y los edificios públicos, salvo escuelas e institutos o en el norte) han muerto, a pesar de ello, una cincuentena de personas (a los que no se les ha ofrecido cobijo del calor como se hace del frío en invierno) y el presidente Aznar está en Menorca leyendo al fresco sin decir ni mu.

En Francia ya hay críticas a la falta de previsión, y estoy segura de que la oposición pedirá que se use más en adelante la energía solar. En los Estados Unidos del apagón, además de mejorar su red eléctrica, con lo prácticos que son, estoy segura de que los propietarios de casas individuales van a buscar pronto la autarquía que representa tener el tejado de su casa con paneles solares que justo sirvan para compensar la mayor demanda de electricidad en verano para enfriar lo que nosotros mismos hemos calentado antes.

A la vez leo que cada hogar libera cinco toneladas anuales de CO2 a la atmósfera. Y, en letra pequeña, que Greenpeace pide al Gobierno que haga un plan de ahorro energético y de energías renovables.

Y entonces me digo, una vez más, que, en esta zona del mundo donde estamos cambiando el clima (porque, si fuera natural, sería imperceptible en una vida humana), por nuestro despilfarro de energía (quizá era mejor tener más policías que tanta iluminación nocturna y reforestar todo el país con especies frondosas -no pinos llenos de resina- en vez de hacer el AVE a Valladolid) y porque para tener frío dentro de edificios y coches mandamos el calor afuera, estamos cometiendo un delito de lesa humanidad y de lesa naturaleza al no querer aprovechar la luz y el calor solares, inagotables, para producir la energía eléctrica que casi puede darnos la autarquía en cada edificio, compensar el gasto de energía corriente y evitar que lleguen los apagones.

Yo querría ponerme aire acondicionado para el futuro verano, pero querría luego no tener más gasto de electricidad. Instalar paneles solares en España debería ser más fácil que abrir pozos de petróleo en Kuwait, pero ¿acaso los poderes públicos lo facilitan? No.