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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un reto para la OTAN

Si la OTAN busca un nuevo propósito que permita la supervivencia de la alianza que ganó la guerra fría y cuya razón de ser va disolviéndose irremisiblemente en el nuevo orden mundial, Afganistán puede ser el lugar en donde hallarlo. Su primera misión fuera de Europa desde su fundación hace más de medio siglo va a enfrentar a la organización atlántica, que desde esta semana controla los 5.500 soldados desplegados en Kabul bajo mandato de la ONU, con el reto de llevar orden y seguridad a un país desvertebrado y radicalmente ajeno a su cultura.

Para evidenciarlo, Afganistán ha vivido ayer sus 24 horas más sangrientas en el último año, con más de 60 muertos, 17 de ellos en un presumible acto terrorista en una provincia sureña que fue bastión talibán y el resto en choques facciosos entre señores de la guerra que buscan su afianzamiento. De poco sirve para garantizar la estabilidad del país donde EE UU derrocara al régimen talibán la presencia de 12.000 soldados mayoritariamente estadounidenses, dedicados todavía a la destrucción de focos terroristas. Afganistán sigue siendo un reino de taifas y el presidente interino Ahmid Karzai a duras penas mantiene la autoridad real de su Gobierno mucho más allá de la capital, donde se despliegan las tropas internacionales.

La OTAN, cuya misión ha sido aprobada unánimemente por sus 19 miembros gracias en buena medida a estar amparada por un mandato de la ONU, habrá de replantearse más pronto que tarde la ampliación de este reducido radio de acción a otras zonas de Afganistán si de verdad quiere hacerse viable su reconstrucción y la celebración de las elecciones previstas para el próximo verano. A la Alianza debería serle de gran utilidad su experiencia pacificadora en los Balcanes -Bosnia y Kosovo, básicamente-, donde todavía mantiene tropas siete años después de su llegada.

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El nuevo cometido, del que dependerá en parte el futuro de la Alianza, será presumiblemente dilatado en el tiempo, tanto como para permitir, en palabras de su jefe militar, general James Jones, que los afganos sean capaces de protegerse por sí mismos. La otra cara de esa autosuficiencia final es la reconstrucción del país y el establecimiento de las instituciones que Afganistán necesita desesperadamente para convertirse en un lugar habitable. Pero ésas son tareas básicas de la ONU que exigen, además, una eficaz ayuda económica internacional.

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