El nuevo túnel de cercanías pasará bajo 33 edificios catalogados de intocables
Los inmuebles tienen carácter monumental y gran calidad arquitectónica
El nuevo túnel de la risa que el Ministerio de Fomento construirá en la capital para conectar las estaciones de Atocha y Chamartín pasará por debajo de 33 edificios protegidos, y, por tanto, resultan intocables, según el Plan General de Ordenación Urbana.
La nueva galería fue concebida por Fomento como una solución a los problemas de colapso que existen en Atocha, con un tránsito de 560 trenes diarios por sus raíles. Pero el proyecto se ha encontrado con un nuevo obstáculo. La tuneladora que se utilizará para horadar el terreno pondrá patas arriba el casco histórico de la ciudad durante cuatro años y encontrará a su paso 33 edificios que gozan de la máxima protección.
Dentro de este grupo están las edificaciones de carácter monumental, de gran calidad arquitectónica o relevantes en la historia de la arquitectura española o madrileña, y los que han sido declarados bien de interés cultural. La zona más afectada será la comprendida entre Atocha y Gran Vía, donde Fomento construirá una estación de cercanías. Antes de que comiencen los trabajos, Fomento reforzará el terreno inyectando lechadas de cemento para evitar posibles daños en los cimientos de los edificios cuando la tuneladora empiece a abrirse paso desde Chamartín hasta Atocha. Los planes de Fomento eran empezar a excavar desde ambos frentes, pero las amenazas del caos circulatorio que causarían las obras en la glorieta de Carlos V y las presiones vecinales y de la oposición municipal obligaron la semana pasada a un replanteamiento: Fomento ha cambiado de plan y acometerá los trabajos sólo desde Chamartín.La tuneladora, del tipo TDM (con un diámetro de excavación de 9,38 metros), pasará por debajo de edificios tan emblemáticos como la sede del Centro Superior de Estudios de la Defensa nacional (Ceseden) en la calle de Ríos Rosas, obra del arquitecto burgalés Ricardo Velázquez en 1898, que acogió en sus primeros años a la Institución Libre de Enseñanza, donde fueron alumnos Dalí, Buñuel y Federico García Lorca.
Otros edificios de interés arquitectónico que pueden verse afectados son la sede del Ministerio de Administraciones Públicas, en la calle de Atocha, del siglo XIX; el teatro Calderón y el teatro Monumental, ambos de principios del siglo XX. La parroquia de San Sebastián, de 1550 y estilo neogótico, junto a la plaza de Antón Martín, también puede sufrir de cerca las consecuencias de los trabajos.
Además de los 33 edificios singulares, los trabajos también afectarán a otras 52 edificaciones catalogadas con un nivel 2 de protección por el Plan General de Ordenación Urbana. Según el plan, estos edificios son aquellos "con valores suficientes para defender su conservación, tanto de su volumetría como de sus elementos arquitectónicos más destacados". El 71% de estos edificios está en la zona del casco histórico, entre Atocha y Gran Vía.
16 edificios muy sensibles
La mayoría de los edificios que pueden sufrir más problemas en su cimentación están en la zona donde Fomento construirá la estación de Cercanías de Sol-Gran Vía. Un total de 16 edificios corren riesgo de sufrir daños en sus cimientos por las obras, según la memoria del proyecto de la estación. Estos inmuebles tienen más de un siglo de vida, muros de ladrillos y vigas de madera y forman el grupo de los que tienen una cimentación más sensible, según Fomento.
Pero los edificios protegidos no son los únicos obstáculos con los que se topará la obra. Para construir el nuevo túnel de Cercanías, el Ministerio de Fomento preveía atacar el terreno desde los dos extremos que pretende unir: Atocha y Chamartín. Ante los problemas que representa meter una tuneladora por la glorieta de Carlos V, el ministerio ha decidido darle una vuelta de tuerca al proyecto y empezar a cavar sólo por Chamartín y posponer los trabajos de Atocha para más adelante.
Introducir una tuneladora por Atocha presentaba serios problemas, según fuentes técnicas. El principal era el probable caos circulatorio que causarían los 400 camiones que se utizarían para desalojar los escombros. La obra también obligaba a reordenar el tráfico peatonal de la glorieta, una de las más transitadas de la ciudad, con 131.000 viandantes circulando diariamente por la zona.
El comienzo de los trabajos desde Chamartín retrasará además las afecciones sobre los edificios del casco histórico. Según fuentes técnicas, desde esta zona es más fácil atacar el terreno, porque hay más espacio para meter las gigantescas tuneladoras y porque los edificios de la zona son más modernos y más resistentes.
Quejas de la oposición
Pese a los problemas, el proyecto sigue adelante y Fomento ya ha empezado las obras para abrir pozos desde los que inyectar las lechadas de cemento en algunos puntos como Atocha, frente al bar El Brillante.
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, declaró el sábado pasado que el proyecto es absolutamente necesario. Según Ruiz-Gallardón, si esta obra no se realizase, la estación de Atocha quedaría "saturada en breve". La oposición no piensa lo mismo, e insiste en la necesidad de elaborar un estudio sobre el número de viajeros en esta nueva línea y sus efectos ambientales.
El diputado del PSOE Modesto Nolla ha criticado los continuos cambios en un proyecto que, según él, carece de los informes técnicos necesarios. La portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, Inés Sabanés, también ha arremetido contra el proyecto en varias ocasiones. "Ni se han tenido en cuenta las alternativas, ni se ha formalizado una declaración de impacto ambiental, ni se ha estudiado el riesgo para las estructuras de los edificios de Sol", afirma Sabanés.
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