Gonzalo Suárez regresa al teatro 45 años después con 'Arsénico, por favor'
La obra, que se estrena el jueves en Madrid, significa el debú en los escenarios de Jorge Sanz. Suárez ha adaptado la novela de Joseph Kesselring que Capra convirtió en un clásico del cine.
Durante un tiempo, no especifica cuánto, el cineasta y novelista Gonzalo Suárez tuvo una idea del teatro que ahora ve equivocada. "Creí que era una caja mágica donde uno podía realmente defenderse de la vida. Donde de repente podías falsificar todo y el dolor no existía, y me resultaba apasionante. Hasta que descubrí que esa caja era un cajón polvoriento que, además, me recordaba en cierta manera a las oficinas siniestras. Mi impulso era buscar otros horizontes". Así que abandonó su carrera de actor, se hizo escritor y director y, al fin, 45 años después, ha vuelto al teatro con Arsénico, por
favor, que ha supuesto el debú en el escenario de Jorge Sanz. "Cuando me lo propuso Gonzalo, supe que había llegado el momento de hacer teatro", asegura el actor, que desde diciembre anda de gira con la función que el jueves llega al teatro La Latina de Madrid.
"En el cine me reprochan ser teatral y ahora en el teatro me reprochan ser cinematográfico"
"Hice bastantes obras. Debuté en Momento de tu vida en el teatro María Guerrero haciendo de un borracho que daba discursos sobre la repoblación arbórea", recuerda el director de Remando al viento. "Tuve una carrera exitosa, sobre todo por mi voz sonora, pero terminó de repente porque me entró odio por el teatro y la facultad", prosigue. "Mi ideal era irme a la aventura, y fue lo que hice. En aquel entonces estaba pintando con verdadero frenesí. Un amigo compró los cuadros y con el dinero me fui a París". Está seguro de que hubiera sido un actor "horrible" y le encanta pensar que el teatro no deje huella como el cine. "Una de esas cosas que lamento de Sara Bernhard es que filmaron una de sus obras cuando ella ya era mayor, le faltaba una pierna, estaba gorda... Yo hubiera preferido quedarme con la leyenda". Cuando volvió de París, Suárez cuenta que pidió un baúl con todo lo que había escrito, entre otros textos varias obras de teatro, y lo quemó "por hacer tabla rasa". Por falta de dinero en sus primeras películas, dice que se vio obligado a interpretar, y encima, "cada vez peor".
Por aquello de que "el asesino vuelve al lugar del crimen", al realizador de El portero le ha gustado reencontrarse con el teatro. "Lo he escrito muy libremente". Inicialmente el autor iba a hacer una adaptación de la novela Ciudadano
Sade, pero no le apetecía volver al personaje, y, como la productora tenía los derechos de la obra, se animó a reescribir la función. Arsénico, por favor es una adaptación de la obra Arsénico por
compasión, de Joseph Kesselring, que se convirtió en un clásico del género del humor con la película que Frank Capra estrenó en 1944.
"La dirección teatral es como un plano general sostenido y entonces no hay diferencias con el cine", compara. "En el cine me reprochan ser teatral, y ahora en el teatro me reprochan ser cinematográfico. En uno vas controlando y marcando la escritura y en el teatro está todo en manos de los actores. De hecho, lo enfoqué un poco como un ballet, con ciertos visos de comedia musical", afirma el escritor.
Le inquieta del teatro "que todo es tan cambiante", porque "nadie se baña dos veces en el mismo escenario". "Hacer una obra requiere mucha energía por parte de los actores, y me sorprende que Jorge Sanz, que no había hecho teatro hasta ahora, lo haya cogido con tanto entusiasmo", dice Suárez. "Yo estaría horrorizado".
El actor, que recientemente fue padre, se explica: "Mi vida de repente está muy organizada y yo me siento muy equilibrado, muy ilusionado con este proyecto". Así que con su hijo y su mujer, Paloma Gómez, a la que conoció en la serie Valentina y que es compañera de reparto, recorre los teatros. "Parecemos como los de las caravanas", se ríe. "Desde el momento en que me llegó de oídas que Gonzalo había hecho esta versión y que quería hacérmela llegar, que Cary Grant fuera yo, sabía que me había llegado el momento de hacer teatro", cuenta el artista. "Dar el paso era difícil, y en este proyecto lo vi todo muy fluido".
El actor que, piensa que le ha "salido más Gabino Diego que Cary Grant", ve a su director como a un entrenador de fútbol: "Te dice, a ver, que te cuesta correr por la banda, pues venga a correr. Ves que disfruta disfrutando con nosotros. Es como un niño pequeño con un juguete y nos moldea a todos".
Gonzalo Suárez refunfuña: "Me han hundido en la miseria", porque ha tenido que interrumpir su veraneo en Asturias, donde está terminando la novela El hombre que sabía
demasiado, para ensayar unos días antes del estreno en Madrid. "Es posiblemente inhumano pedirles que todo el tiempo consigan el óptimo grado de ritmo. Hay representaciones que si fueran cine me daría por satisfecho. Las hubiera rodado. Lo que creo es que hay que volver a ensayar para poner a punto el mecanismo. Darle cuerda". Quiere que los actores se despojen de los malos hábitos cogidos. "No me extraña", reconoce entre risas Jorge Sanz, "es la selva".
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