_
_
_
_
Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

El secreto musical mejor guardado de Inglaterra

Más que un festival, más que una escuela de verano, Dartington es la alternativa a Glyndebourne. Un milagro en plena campiña del sur de Inglaterra y un ejemplo de cómo invertir en cultura.

A la hora del concierto, John Gómez, un estudiante de percusión y composición en la Universidad de York, de padre español y madre inglesa, avisa de su inicio tocando la campana alrededor de Dartington Hall, capilla de finales del siglo XV convertida en sala de conciertos por Leonard y Dorothy Elmhirst, tras comprar los terrenos en que se encuentra en 1925. Los Elmhirst eran, naturalmente, millonarios, hijos de buenas familias, y volvían de pasar tres años en Bengala con Rabindranath Tagore, lo que puso en el disparadero sus ideas radicales, nada comunes en gentes como ellos.

Dartington se convirtió a partir de entonces en un experimento de rehabilitación arquitectónica al encargarle sus nuevas instalaciones a Walter Gropius y William Lescaze, y de irradiación social cuando, en 1932, Leonard Elmhirst trajo de la Unión Soviética las técnicas de inseminación artificial para el ganado.

Hoy Dartington es, al mismo tiempo, un centro de investigación sociológica y ecológica, una escuela de música y la sede de un festival que ha sido durante muchos años el secreto mejor guardado de la vida musical británica, un lugar del que se habla como en voz baja, no vaya a ser que cualquier verano sus jardines se hagan intransitables o que en los paseos por la campiña que lo rodea se oiga algo más que el trino de los pájaros o los ejercicios de los músicos. Nada que ver, pues, con Glyndebourne y su aristocrática exclusividad ni con los Proms y su democracia asamblearia. Se trata del triunfo de un despotismo ilustrado que supo transmitir las riendas del poder a los que sabían de estas cosas.

En medio de la Inglaterra profunda, a tiro de piedra de lugares de veraneo como Torquay o Dartmouth, Dartington se convierte cada año durante un mes en el paraíso de los estudiantes de música, de los jóvenes profesionales y de unos habitantes de la zona a los que, probablemente, no les guste demasiado que se hable de su tesoro escondido. El lugar es el más hermoso que se pueda imaginar, rodeado de colinas que son puro paisaje inglés, accesible por carreteras por las que difícilmente pasa un automóvil de dimensiones normales, habitado durante la escuela de verano por jóvenes que aprenden de maestros como el Cuarteto Brodski, I Fagiolini, la soprano Evelyn Tubb o el compositor Peter Sculpthorpe que, tras los cursos, presentarán el trabajo de sus alumnos en conciertos, recitales y representaciones operísticas.

Este año la parte del león se la llevan el barroco y la música antigua, Britten y la creación británica contemporánea. Durante esta semana la propuesta se hacía casi imposible de seguir, con conciertos durante todo el día. I Fagiolini grababa para su aparición en DVD el año próximo L'Amfiparnasso de Orazzio Vecchi, y ya se sabe que la agrupación inglesa es hoy el máximo exponente de la recuperación de la música veneciana del XVI y el XVII. Maravilloso grupo de cantantes y actores, fue toda una experiencia verles ante un decorado único -una calle de Venecia que pudiera haber estilizado Giorgio de Chirico- representando a las figuras de la commedia dell'arte con el apoyo de un clave y un laúd -que tocaba, por cierto, el español Eligio Quinteiro-. Casi hasta la una de la madrugada permaneció en sus asientos un público que había pagado cinco libras (seis euros) por su entrada.

Al día siguiente, la orquesta del Festival -una docena de jóvenes alumnos de una brillantez sorprendente- se encaraba con un programa de música de hoy entreverada con obras de Ravel y Hindemith bajo la dirección de David Angus. Sorprendente el Concierto número 2 de David Matthews, una obra madura, intensa, delicadamente construida en la que brilló la solista Nicola Loud, la gran esperanza del violín inglés. Viernes y sábado, los alumnos de interpretación barroca -ojo en el futuro con la soprano Alison Guill- negociaban Orlando de Händel con una soltura absoluta bajo la dirección escénica de Pete Harris, musical de Steven Devine y unos trajes de ensueño diseñados por Gabriel Gillick. Un milagro este Dartington. Y un ejemplo.

Los espectadores se sientan en plena campiña durante el festival de Dartington.
Los espectadores se sientan en plena campiña durante el festival de Dartington.L. S

Sin colorantes ni conservantes

Como en cualquier pueblo británico que se precie, el pub es en Dartington el punto de encuentro. Su toque personal lo da la prioridad de lo orgánico. En un país en el que crece alarmantemente el número de obesos, la comida y la bebida orgánicas se imponen. Primero fue una moda y hoy ha pasado de alternativa algo irritante en su anhelo de obligatoriedad a propuesta políticamente correcta y, por supuesto, también más cara. Los anuncios de leche orgánica -y libre de grasa casi al cien por cien- pueblan los caminos a la entrada de las granjas. Hasta la pinta puede ser de cerveza orgánica, sin colorantes ni conservantes, con lo que la siempre difícil borrachera con tan escaso grado alcohólico como ofrecen las de este país garantiza la buena conciencia a la hora, más bien trágica, de la resaca.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_