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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ser otro

Un asesino sin pasión. Arkenhout, el personaje de Michael Pye, mata para suplantar a sus víctimas y disfrutar de una vida mejor que la de ellas. Un conservador de museos le persigue en las páginas de 'Vidas ajenas', una novela sobre una época donde todos buscan reinventarse.

El joven holandés Martin Arkenhout no tiene la mortal elegancia de Tom Ripley ni la compulsión consumista de Patrick Bateman ni el apetito hedónico de Hannibal Lecter. Tampoco goza de la potencia mítica de estos bellos monstruos de Patricia Highsmith, Bret Easton Ellis y Thomas Harris. Y, sin embargo, hay que reconocerle lo suyo a Michael Pye. Y a Arkenhout, quien no demora en establecer desde el principio una diferencia atendible: "Él no era un simple asesino en serie, ordenado y regular; él era un voluntarioso consumidor de vidas".

Arkenhout mata para suplantar y "vivir una vida mejor" que la que habrían llevado sus legítimos dueños y -a diferencia de sus ilustres colegas- no tiene gracia ni pasión. Lo mismo, en principio, puede reprochársele a Vidas ajenas. Hasta que cerca de la página 60 la voz narradora se enrarece con la aparición de John Costa, un conservador de museo que asume la misión de atrapar a Arkenhout. Costa persigue a Arkenhout -quien sin saberlo, junto con la identidad de su última víctima, ha adoptado los delitos de un ladrón de arte en fuga- como remedio para la melancolía de su opaca existencia. Arkenhout le sirve a Costa como la excusa perfecta para no enfrentar el fin de su matrimonio y permanecer en Vila Nova de Formentina: pueblo portugués donde fue a morir su padre -otro fugitivo de su propio pasado- y al que llegó Arkenhout en un alto de su "consumo" de vidas. Es ahí cuando las sombras de Lecter y Bateman retroceden, la de Ripley se hace más clara y definida, y Vidas ajenas trasciende su inicial condición de thriller aspirando a algo más: a novela cuyo tema es cómo vivir y morir en una época donde "todo el mundo se inventa a sí mismo y después inventa a los demás".

VIDAS AJENAS

Michael Pye

Traducción de Carme Camps Monfá

Salamandra. Barcelona, 2003

336 páginas. 16,90 euros

Arkenhout y Costa se ha cen

"amigos" por intuirse complementarios -ambos quieren ser otro, sólo sus métodos difieren- y porque no hay mejor compañero del ratón que el gato. Sobre todo cuando ambos están seguros de que el ratón es el otro. La abogada María Matosso calienta la trama en el fuego del triángulo amoroso e introduce un nuevo motivo -como si hiciera falta- para derramar más sangre. Y al lector le sucede lo mejor que le puede ocurrir a un lector: descubrir que no tiene la menor idea de cómo va a terminar todo. Y como en las novelas de Patricia Highsmith, donde sentir culpa es casi más importante que ser culpable, se pierde de vista esa línea que separa al bien del mal y a una vida de otra para alcanzar -suele ocurrir con los buenos policiales- el más triste de los finales felices.

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