_
_
_
_
_
OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La guarida

Quien pone una bomba en una zona abarrotada quizá no se vea como un monstruo: es posible que se tenga por un guerrero cabal; es probable que sus convecinos lo tengan por un joven campechano aunque algo levantisco, alguien en quien se puede confiar. Quien observa a distancia cómo todo hace boom es un manitas de los explosivos, que después debe de tener una vivienda en la que cobijarse, como esa que han descubierto en Valencia.

¿Cómo es su guarida? En las intervenciones públicas, algunos echamos en falta el análisis psicológico del verdugo y de sus pertenencias. Necesitaríamos a alguien que nos ayudara a evaluar su psique, lo que constituye su existencia ordinaria. A pesar del horror de que es capaz, a ese individuo nos cuesta tomarlo como una simple fiera. Queremos pensarlo como un Raskólnikov dañino, tóxico, peligroso. Pensamos, en efecto, en el homicida de Crimen y castigo, una fiera con perfiles, con odios personales, con cargas familiares, con algún remordimiento. ¿Pero y si, por el contrario, se parece más a aquel personaje de Joseph Conrad, dinamitero sin escrúpulos, que decía desentenderse de cualquier sentimiento? ¿Cuáles son las pequeñas cosas en las que piensa nuestro dinamitero de hoy? ¿Qué almacena en su guarida? ¿Su perfecto detonador?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_