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Reportaje:VIVIR MEJOR

De bar en bar, pero en inglés

Algunos locales nocturnos de Barcelona organizan encuentros con extranjeros para practicar idiomas

Miquel Noguer

La vergüenza se aparca fuera. Al entrar, uno sólo tiene que dejarse guiar por lo que oye: si quiere practicar inglés, a la mesa del fondo; si quiere probar con el francés, a la derecha, y si sólo quiere tomar una cerveza viendo cómo a otros se les traba la lengua al pronunciar wednesday, puede quedarse en la barra. La fórmula que ofrece el bar La Raspa de Barcelona, en plena calle de Mallorca, quizá no es la más académica para aprender un idioma, pero sí una de las más relajadas y eficaces para perder la vergüenza de hablar inglés, francés o lo que sea ante un grupo de anglosajones o francófonos.

Los grupos de conversación abiertos llegaron a Barcelona con los Juegos Olímpicos. Los responsables de La Raspa presumen de haber implantado en la ciudad una forma de conocer gente y tomar una copa practicando una lengua extranjera de forma relajada. La fórmula es fácil: aprovechando que en Barcelona hay tantos extranjeros con ganas de relacionarse con autóctonos, ¿por qué no juntarlos un día por semana y mejorar el inglés de unos y el español o el catalán de los otros?

José Manuel Osés, que desde hace unos años organiza los encuentros en este bar del Eixample, recibe a los clientes que desean practicar un idioma y les orienta sobre la disponibilidad de extranjeros, algo que varía mucho cada semana. "Un día vienen muchos alemanes y al otro sólo hay ingleses, por lo que no siempre puede practicar uno el idioma que desea". En cualquier caso, el inglés es fijo. Siempre hay algún grupo de estudiantes con becas Erasmus, jóvenes en prácticas o profesionales expatriados que viven en Barcelona y buscan practicar español o catalán con nativos al tiempo que recuerdan su idioma materno y lo hablan con los locales. "Algunos sólo acuden al bar porque tienen ganas de hablar su lengua durante un rato; otros, porque quieren conocer gente de aquí, y otros, para qué engañarnos, vienen a ligar", explica Osés.

La elección es personal, pero hay unos rituales que cumplir. Al llegar, uno escoge una mesa, se sienta y se presenta. Nadie se extraña porque alguien se introduzca en una conversación ajena. Tras las presentaciones de rigor -"¿quién eres", "¿qué haces?", "¿por qué vienes aquí?"-, la conversación podrá girar sobre todo y sobre nada. Se trata de hablar. De hablar por hablar. El inglés te corregirá un verbo que se resiste, el español una erre que no suena y, entre todos buscarán una palabra olvidada y que, de repente, se convierte en necesaria. Es el placer de hablar con auténticos desconocidos que, tras media hora de conversación, parecen viejos amigos.

Jesse Lau, un joven americano que estudia español en Barcelona, ha encontrado en los grupos de conversación una fórmula ideal para conocer personas autóctonas y mejorar su pronunciación. "La fórmula es fantástica. Vienes, te tomas una cerveza y hablas con quien quieres". Lau, enamorado de Barcelona, considera estos grupos de conversación "una maravilla más" de esta ciudad, tras el modernismo de Gaudí, las playas y su gente. "No sé, todo parece muy natural y la gente se siente cómoda aquí", explica entre cerveza y cerveza. Le ocurre lo mismo que a Philippe, un francés de Bretaña que hace prácticas en una empresa de Barcelona. "Acabo de descubrir este bar, pero creo que vendré más de un día este verano", explica al periodista, y continúa hablando español y francés con un grupo de amigos recién conocidos. "Por cierto, ¿qué pensáis los catalanes de Jordi Pujol?".

A menudo, cuenta José Manuel Osés, la conversación en el bar es sólo el principio. "Nos hemos marcado alguna fiesta fuera de aquí que ha hecho historia", explica buscando la aprobación de un grupo de parroquianos del bar. "¿Recordáis aquella vez en la playa? Fue fantástico". Y es que en este bar, como en todos, pueden pasar muchas cosas.

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En los 10 años de historia de los grupos de conversación de La Raspa, han salido muchos ligues, varias parejas e incluso tres o cuatro matrimonios. "Una chica de aquí conoció a un alemán y se casaron, esto es bonito, ¿no?", afirma Osés.

Los bares que organizan grupos de conversación lo hacen siempre de forma gratuita y sólo se paga por las consumiciones. Es una forma de atraer nuevos clientes y de crear un ambiente distinto al de otros establecimientos. Por esta razón no se excluye a nadie. "Hemos tenido eslovenos, lituanos, paquistaníes y hasta personas que querían hablar esperanto. Y casi todos han encontrado alguien con quien hacerlo", cuenta uno de los habituales de La Raspa.

Pero este bar del Eixample no es el único que organiza grupos de conversación. En Ciutat Vella, The Travel Bar es también un buen lugar para practicar idiomas. Éste es el punto de encuentro de los mochileros británicos, americanos y australianos que cruzan Europa de Norte a Sur y de Este a Oeste en busca de historia, playas, monumentos y fiesta. Para esto último acuden en manada al bar de la calle de la Boqueria, donde organizan todo tipo de actos para extranjeros y autóctonos. Los martes por la noche, en la terraza que da a la placeta del Pi, también se organizan conversaciones entre extranjeros y autóctonos. Aquí también hay algunos parroquianos fieles, pero en general la clientela es más joven, básicamente turistas de paso por la ciudad que se alojan en las económicas pensiones de los alrededores.

Para los que además de conversación quieran visitas culturales o salir de fiesta con extranjeros, The Travel Bar organiza Pub crowls, una ruta en grupo por cuatro o cinco bares una noche a la semana. También hay excursiones de fin de semana: en invierno, a esquiar a Andorra; en verano, a Ibiza o a la Costa Brava. Todo, eso sí, a un módico precio y con el inglés como lingua franca.

- BAR LA RASPA: Mallorca, 188. Barcelona. Miércoles, 22.00 horas.

- THE TRAVEL BAR: Boqueria, 27. Barcelona. Martes, 22.00 horas.

- BAR BLACK HORSE: Allada Vermell, 16. Barcelona. Consúltense los horarios.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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