Lo mejor es viajar atrás
El diseño interior del Signum prima el confort de las plazas traseras y convierte esta zona del coche en la más cuidada y cómoda para viajar.
El nuevo Opel permite variar también el reparto del espacio interior para ampliar el maletero, lo que lo convierte en un familiar muy versátil. Sin embargo, presenta una limitación: sólo pueden viajar cuatro adultos y como máximo un niño: la plaza central trasera es muy pequeña, incómoda y poco utilizable.
Bien en carretera y autopista
El Signum mantiene la calidad de conducción de los nuevos Vectra, con unos mandos y un tacto algo más duros de lo habitual en berlinas de última generación, y sobre todo con un accionamiento del cambio lento y mejorable.
El aumento de 13 centímetros en la distancia entre los dos ejes (delantero y trasero) respecto a sus hermanos de gama no supone cambios destacables en el comportamiento dinámico. El nuevo Opel tiene más aplomo y confort en trazados amplios y autopistas, lo que lo convierte en un gran viajero que recorre los kilómetros sin cansar a los pasajeros, sobre todo si se viaja en las plazas de atrás. Las suspensiones, con recorridos amplios, filtran bien las irregularidades y, junto a una insonorización que aísla el interior, contribuyen a lograr un confort elevado.
En cambio, en trazados más virados y sinuosos acusa el tamaño, balancea más y se muestra menos ágil y manejable. Pero mantiene una estabilidad correcta e incluye las ayudas electrónicas a la conducción (ABS y control de estabilidad ESP), que evitan casi todas las situaciones de apuro y transmiten una gran seguridad. Por lo demás, los frenos tienen un buen tacto y paran sin desequilibrios, en parte por la buena respuesta del ABS.
Inyección directa de gasolina
Entre las aportaciones de este coche destaca también el estreno del primer motor con inyección directa de gasolina de Opel. Se trata de un 2.2 16v. de 155 CV que ofrece una potencia destacable, pero en la práctica sus ventajas (6% más de potencia y otro 6% menos de consumo que el anterior 2.2) no aportan una mejora real detectable en el gasto de combustible y las emisiones, en parte porque el alto contenido de azufre de las gasolinas españolas reduce al mínimo la eficacia de esta tecnología.
El nuevo propulsor empuja con más fuerza a bajo y medio régimen (de 1.000 a 5.000 vueltas) y se estira sin aparente esfuerzo hasta las 6.500. Esta respuesta brillante evita muchas reducciones de marcha en carretera, porque se recupera mejor, afronta con nervio las subidas y mantiene los ritmos de crucero con soltura. Sin embargo, los consumos reales de la unidad de pruebas, poco rodada, han sido discretos: más de 8 litros a ritmos suaves y en torno a 12 en ciudad y conducción rápida.
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