Defensa ultima el encargo de un 'megabuque' y cuatro submarinos por casi 2.500 millones
El barco de proyección estratégica podrá trasladar a 1.200 militares a 17.000 kilómetros
El Ministerio de Defensa está ultimando el encargo de dos de los mayores programas de la Armada española: un buque de proyección estratégica y cuatro submarinos de la clase S-80. El primero, por 360 millones de euros, vendrá a cubrir la carencia de transporte estratégico naval de las Fuerzas Armadas, que han tenido que recurrir a cuatro barcos para trasladar su contingente a Irak. Los segundos, con un coste estimado de 500 millones por unidad, sustituirán a los viejos submarinos Delfín y dotarán a España de sumergibles de características pre-nucleares.
Con 27.000 toneladas de desplazamiento y 230 metros de eslora -frente a las 26.000 toneladas y 196 metros del portaaeronaves Príncipe de Asturias-, el buque de proyección estratégica o LL (Landing Logistic) será el mayor de la Armada. Tras la orden de ejecución, su construcción llevará 56 meses y supondrá cinco millones de horas de trabajo para el astillero de Izar en Ferrol (A Coruña).
Según los requisitos dictados en mayo pasado, será un barco multipropósito, preparado para trasladar una fuerza de 1.200 militares a una distancia de 9.000 millas (16.650 kilómetros); para realizar misiones humanitarias y evacuar hasta un millar de civiles; y para actuar como portaaeronaves alternativo durante los largos periodos que el Príncipe de Asturias pasa en dique seco por avería o mantenimiento.
Con este fin, dispondrá de una cubierta de vuelo, terminada en una pendiente de 12 grados o Sky Jump, para permitir el despegue de aviones tipo Harrier. Además, seis helicópteros medios, como los SH-3D Sea King, o cuatro grandes, como los CH-47 Chinook, podrán operar simultáneamente.
Dispondrá de un hospital; de un garaje para material y vehículos pesados, con rampa de acceso directo; y de un dique que permitirá el desembarco simultáneo de hasta ocho embarcaciones de Infantería de Marina. Sus tanques podrán almacenar casi 3.000 toneladas de combustible y 500 de agua potable, y sus bodegas albergarán 500 toneladas de suministros, víveres y repuestos, lo que le garantizará una autonomía de 50 días sin tocar puerto y le permitirá apoyar durante un mes a una fuerza desembarcada.
Aunque está previsto que la orden de ejecución se dicte este año, Defensa no empezará a pagar hasta que reciba el buque, en 2008. Mientras tanto, se financiará con cargo al Ministerio de Ciencia y Tecnología, que este año dispone de una partida de 30 millones de euros para su puesta en marcha.
Distinto al Scorpène
En los presupuestos del departamento que dirige Josep Piqué también figuran seis millones de euros para el programa de los submarinos S-80. Pese a lo reducido de dicha cantidad, este programa es más importante que el anterior, tanto económica como tecnológicamente.
En principio, se trata de sustituir a los cuatro submarinos de la clase Delfín construidos en la primera mitad de los años setenta, que la Armada ya ha empezado a dar de baja.
Durante mucho tiempo se dio por sentado que España adquiriría el submarino Scorpène, que los astilleros españoles Izar y los franceses DCN han vendido conjuntamente a Chile y Malaisia.
Sin embargo, el S-80 será sensiblemente mayor que el Scorpène, pues desplazará 2.300 toneladas, frente a las 1.500 del anterior. La Armada quiere que cuente con capacidad de ataque a tierra, lo que obliga a aumentar el diámetro del casco para incorporar lanzadores verticales de misiles de crucero tipo Tomahawk.
Además, debe poder realizar largas travesías sin salir a la superficie, lo que requiere dotarlo de un sistema de propulsión anaerobio o independiente del aire, de prestaciones próximas a las de los submarinos nucleares. Las características de este sistema es uno de los temas por resolver. La Armada rechaza, por considerarla peligrosa, la incorporación de depósitos de hidrógeno, como el modelo alemán 214, y no se siente satisfecha con los resultados del motor de ciclo cerrado Stirling de los sumergibles suecos. Izar está experimentando actualmente con una célula de combustible para la producción de hidrógeno a partir de hidrocarburos.
El hecho de que este tema y muchos otros no se hayan resuelto todavía hace que el propio coste del programa constituya una incógnita, aunque éste se situaría entre los 450 y los 550 millones de euros por unidad. El primer submarino debería ser botado en 2011.
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