Compra-venta
Mi amigo y yo discutimos el otro día sobre el problema de los tránsfugas en uno de esos debates que, afortunadamente, todavía mantenemos entre los amigos. No escribiría esta carta si no fuera por que vi que había en el grupo más gente que apoyaba las tesis de mi amigo y que a mí me parecían descabelladas.
De una forma simplista diría que, en opinión de mi amigo, la culpa del fenómeno tránsfuga es únicamente del que se deja "comprar" y de ninguna manera del que "compra". Parece ser que todo el problema se reduce a la ley de la oferta y la demanda, tan en boga en nuestra sociedad.
Es decir, terminadas las elecciones, parece que lo más normal es que los partidos vayan al mercado, a la estantería de tránsfugas y compren cuarto y mitad de los que mejor precio tengan. Si esto es perjudicial para el entorno, el problema lo crea el que ha fabricado el producto y, por tanto, lo ha puesto a la venta y nunca el que ha ido deliberadamente a comprarlo.
Paradójicamente, yo, que soy el más ateo de mis amigos, encuentro mayor semejanza en la serpiente y la manzana de Adán y Eva que en la ley de la oferta y la demanda.
Entiendo que nadie, absolutamente nadie, debería buscar subterfugios para corromper la soberanía del pueblo que no sean el debate de ideas y el acuerdo entre partidos. Es una total inmoralidad que un partido determinado se dedique en el periodo pre y poselectoral a tantear, agasajar y hasta convencer a un determinado diputado o concejal para que pase a defender a un partido distinto al que le ha dado cobijo en sus listas. Este comportamiento oportunista de buscar los puntos flacos de un determinado partido para corromper los resultados electorales demuestra una absoluta falta de respeto a la democracia, independientemente de que en efecto en ese partido haya personas descontentas.
Cualquier componente de una lista electoral, como persona, tiene sus problemas, sus discusiones con compañeros de partido, sus desencantos temporales con situaciones que él considera injustas... Esto es así y lo será siempre, salvo que los políticos fueran robots.
Personas descontentas por un motivo u otro existirán siempre. Pero si en esa situación aparece un persuasivo "comprador" es probable que ese diputado o concejal realice la mayor equivocación de su vida. De hacerlo, es igualmente culpable porque le está diciendo a la serpiente que puede seguir ofreciendo manzanas y, por tanto, participa en la destrucción de la democracia, al mismo tiempo que queda marcado como reo de traición, como Judas.
En mi pueblo, Hoyo de Manzanares, parece que la calle está siendo plenamente consciente de esa actitud convulsiva de compra que están demostrando éstos que no se sienten involucrados en estos asuntos. Claro, como se trata de destruir un partido independiente local que poco importa a escala regional y menos nacional, se permiten hacerlo con todo el descaro público del mundo.
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