Sinfonía final de Michael Phelps
El estadounidense cierra los Mundiales con otro récord estratosférico en los 400 estilos
Nadie discutía al estadounidense Michael Phelps su protagonismo en los Mundiales de Barcelona, pero reservó para el último día otro récord mundial de su cosecha. Es decir, un récord impresionante. Fue en los 400 metros estilos, prueba durísima que eleva el ácido láctico de los nadadores hasta límites insoportables. Se trata de hacer a la máxima velocidad los cuatro estilos, cien metros cada uno. Phelps la disputó en circunstancias muy complicadas: después de una intensísima semana, en la que había participado en once carreras, siempre con prestaciones impecables. El sublime paso del americano se había concretado en cuatro récords mundiales -100 mariposa, dos veces en 200 mariposa y 200 metros estilos- y una lluvia de medallas. Sin embargo, había expectación por observar su respuesta a la sorprendente derrota frente a Ian Crocker en la final de 100 mariposa y al castigo físico de un calendario infernal. Por la mañana, Phelps había conseguido la clasificación en los 400 metros estilos y poco después ocupó el puesto de mariposista en el equipo estadounidense de 4x100 metros estilos. Su consagración en Barcelona no evitó su trabajo como suplente en los relevos. La derrota frente a Crocker le privó de la titularidad en el equipo fetén, el que disputaría la final por la tarde y lograría el récord del mundo.
El chico de Baltimore sale de Barcelona como el nadador total; es formidable en todo
Si había alguna duda sobre su solidez, Phelps la disipó con una gran actuación en los 400 metros estilos. Batió el récord del mundo por más de 1,5 segundos, se convirtió en el primer nadador que ha bajado de la frontera de los 4,10 minutos en la prueba y salió de los Mundiales como un gigante de la natación. La final ofreció, sin embargo, dos lecturas interesantes. Por un lado, Phelps dio algunas muestras de fatiga, a pesar de su escandaloso récord. No tuvo la frescura de sus mejores días en Barcelona. Le pasó factura el calendario. Sin la carga de jornadas anteriores, habría dejado el récord en 4,08 minutos, o quizá menos. El otro asunto fue la aparición de un rival de garantías en el horizonte. Ya lo ha encontrado en los 100 mariposa, donde Ian Crocker está en condiciones de vencerle en los Juegos de Atenas, y también en los 400 estilos, con el húngaro Cseh, el último de los virtuosos de una escuela admirable. Cseh es el sucesor de los legendarios Zoltan Verrastzo, Andras Hargitay y Tamasz Darny, excepcionales campeones en las pruebas de estilos. Fue segundo con 4m 10,79s, nuevo récord de Europa. Pero más importante que su gran registro, fue el mensaje que envió a Phelps: tendrás un rival de primer orden en los próximos Juegos Olímpicos.
Phelps ha salido de los Mundiales como el nadador total. Es formidable en todo. El problema vendrá si su ambición rebasa los límites de lo razonable, si su apetito por destruir récords no acabará por estragarle. Mientras tanto, hay que admirar su generosidad en un mundo que parecía inclinado a la especialización. Durante los últimos años se han visto grandes nadadores que no han arriesgado fuera de sus seguros territorios. Phelps es una gran noticia, como lo es el ingreso de Thorpe en los 200 metros estilos. La natación no sólo necesita grandes campeones. También necesita aventureros con hambre de gloria. A esta raza pertenece Phelps, y de ello se va a beneficiar un deporte que tiene un cierto déficit de popularidad.
A pesar de la amenaza de Cseh, no hubo mayores problemas para el norteamericano, que fue líder de la prueba en todas las especialidades. Fue en la segunda parte de la carrera, con el inicio de la braza, donde la diferencia con el húngaro decreció levemente. No es novedad que la braza es el estilo menos depurado de Phels, y tampoco es nueva la eficacia de los nadadores húngaros en un estilo que ha producido campeones maravillosos como Norbert Rosza o Agnes Kovacs. Por detrás, el tunecino Mellouli confirmaba sus buenos informes. Dirigido por el veterano Mark Schubert en California, Mellouli fue tercero, a seis segundos de Phelps, enorme margen que explica la clase de campeón que es el chico de Baltimore.
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