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Reportaje:CAMPEONATOS DEL MUNDO DE NATACIÓN | Lluvia de plusmarcas

La piscina de los 14 récords

La pileta del Sant Jordi se convierte en la segunda más rápida de la historia, sólo por detrás de la de Belgrado en 1973

Las críticas vertidas por holandeses y australianos se desvanecieron en un solo día de competición. La piscina del Sant Jordi abrió sus puertas con marcas estratosféricas y las cerró ayer con 14 récords mundiales, 13 batidos y uno igualado. Una cifra inusual, que acalla cualquier duda sobre si era o no rápida, y que, además, convierte la pileta instalada en la montaña de Montjuïc en la segunda más veloz de la historia, igualando el número de récords de Berlín en 1978. Sólo la de Belgrado, en 1973, cuando se inauguraron los Mundiales y se establecieron 16 récords, la supera.

"Apostamos muy fuerte por esta piscina y por todas las innovaciones técnicas que se aplicaron, y acertamos", asegura Jordi Cadens, director de competición. Cuando Astralpool, la empresa constructora, planteó su proyecto, se estableció un gran debate que traspasó las fronteras españolas y llegó incluso a la Federación Internacional de Natación (FINA). La piscina del Sant Jordi presentaba un aspecto inmejorable desde una perspectiva externa. Pero vista desde sus entrañas, suponía un avance espectacular.

"La tecnología, impecable; las corcheras, de los años ochenta", afirman los australianos
"El público (205.000 espectadores) creó una atmósfera impresionante", dicen los estadounidenses
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Se partía de un concepto distinto. Se aplicó una tecnología punta. "Si fuera necesario reducirla dos centímetros", explica Cadens, "podríamos hacerlo en menos de 15 minutos". Y se cuidaron los detalles hasta el último aspecto. La piscina desborda el agua por los cuatro lados, algo aún bastante inusual, y el agua fue tratada con ozono, que ofrece una mayor sensación de ligereza y permite respirar mejor. Se descartó el cloro. Pero las aportaciones más novedosas fueron las corcheras -basadas en un sistema de piezas cilíndricas con astas que absorven el oleaje y permiten el paso del agua-, y los poyetes de salida. "Las últimas novedades en corcheras se habían realizado seis años atrás", comenta Cadens. "El problema es que es tecnología española. Por eso hay tantas quejas".

Las corcheras se convirtieron en el punto fundamental de las críticas. "Se producen muchas olas, y las marcas no llegarán", decían algunos técnicos. Pero la empresa constructora se defendía. "Funcionan", afirmó Xavier Vila, responsable técnico de Astrapool. "Las hemos probado antes en dos pruebas y hemos resuelto los problemas". El tiempo acabó por darles la razón. El nuevo sistema de corcheras mejoró el oleaje y permitió que los récords mundiales fueran cayendo uno tras otro.

Sin embargo las críticas no se acallaron. "La tecnología de la piscina es impecable y debe marcar el futuro", rugió ayer Greg Hodge, director técnico australiano. "Pero las corcheras son más propias de los años ochenta que de 2003. Todos los entrenadores estamos de acuerdo en eso. Los récords mundiales han llegado en las especialidades en que los nadadores pasan entre 10 y 12 metros bajo el agua en cada viraje. Pero no en crol, porque allí topan con los remolinos y las olas y eso les perjudica. Algunos nadadores han asegurado que se sintieron más cómodos en las calles exteriores. Y es cierto".

Sus críticas, sin embargo, fueron rebatidas tanto por Cadens como por Jack Bauerle, director técnico del equipo estadounidense. "No hubo récords mundiales en libre", afirmó Cadens. "Pero se superaron cuatro de los campeonatos en esta modalidad". Bauerle agregó: "Hubo algunas pequeñas deficiencias técnicas, como el hecho de que la piscina de entrenamiento quedara tan lejos de la principal. Pero no es cierto que el agua se arremolinara, ni que los récords llegaran en las calles exteriores: Phelps, Welsh y Kitajima lo desacreditan. Además, en Barcelona hubo un factor fundamental que barrió cualquier deficiencia: se creó una atmósfera distinta que nos impresionó. Nunca habíamos vivido algo así. Los nadadores lo agradecieron". Los Mundiales alcanzaron la cifra récord de 205.000 espectadores. Cien mil más que en Fukuoka.

"Las corcheras funcionaron igual o mejor que en otros campeonatos", analizó Raúl Arellano, profesor de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física de Granada. "Sin embargo, es lógico que en crol existiera más oleaje. Estamos hablando de la fórmula 1 de la natación. Pero los grandes nadadores saben cómo resolverlo. Popov pasa la ola bajo el agua y recuperaba luego la línea de flotación".

Todos coinciden, tanto los técnicos nacionales como los extranjeros, en la interesante aportación que supusieron los nuevos poyetes. Estas pequeñas plataformas desde las que los nadadores saltan al agua incorporaron en Barcelona un sistema electrónico de regulación de la inclinación y agarraderas laterales. "En este sentido", señala Carles Subirana, director técnico de la Federación Española, "creo que la FINA es demasiado hermética con las reglas. Debería permitir que no todo se decida en el agua, que se incorporen elementos exteriores que requieran también mejoras técnicas en los nadadores para ganar décimas de segundo. En el Sant Jordi hubo muchos récords, pero con una inclinación de los poyetes de 10 grados en lugar sólo de ocho, tal vez se habrían producido más".

"Para mí", concluye Arellano, "los factores que han permitido esta explosión de marcas han sido el tratamiento del agua con ozono, la nueva tecnología de las corcheras y de los poyetes y el hecho de que la piscina tuviera sólo dos metros de profundidad [habitualmente son de 2,5m.]. Contrariamente a lo que podía suponerse, eso dejó los referentes del fondo más cercanos y los nadadores pudieron ajustarlo todo mejor. Ofreció ventajas perceptivas".

Los 14 récords mundiales -uno de ellos sólo igualado-, 31 de los campeonatos, seis de Europa y ocho de España llenan de orgullo a Cadens. "Ha sido la mejor piscina de la historia", concluye.

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