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Sara Lee abre un descosido en Dogi

La compañía textil ultima un plan para reducir costes y abandonar los números rojos

A veces ganar tamaño puede resultar algo indigesto. La desproporcionada inversión en la empresa mejicana ATA, a finales de 1999, y la compra de cuatro fábricas a la multinacional Sara Lee Courtaulds en mayo de 2001 catapultó a Dogi hasta el primer puesto a escala mundial en la producción de tejido elástico para ropa interior, con filiales en Alemania, China, Filipinas y Tailandia. Esta operación, sin embargo, disparó el endeudamiento de la empresa catalana, que está controlada por su presidente, Josep Domènech, con casi un 54,5% del capital, puesto que fue financiada con un crédito sindicado de 90 millones de euros.

El resultado ha sido multiplicar por 2,3 su nivel de endeudamiento en dos años, hasta alcanzar los 102 millones de euros a finales de 2002, cuando representaba el 93% sobre los fondos propios, es decir, sobre el patrimonio neto de la empresa, que en un año se ha reducido de 44,4 a 7,6 millones de euros.

La firma ha multiplicado por 2,3 su nivel de endeudamiento en dos años, y en 2002 ya suponía un 93% sobre los fondos propios

En esta descapitalización hay que tener en cuenta también el papel nada secundario que ha jugado la filial azteca, la gran apuesta de internacionalización de Dogi, donde después de intentar, en vano, atajar la sangría de pérdidas (con 22 millones de euros), el primer trimestre de este año se decidió cortar por lo sano y cesar la actividad fabril, con el apoyo, dicho sea de paso, de un crédito del Insituto Catalán de Finanzas (ICF), la entidad de crédito del Gobierno catalán.

Plan de choque

"Analizándolo con cierta perspectiva, quizá sí que las operaciones de Méjico y Sara Lee no fueron muy acertadas" -el sector juzga como un error considerar Méjico la gran puerta de entrada a Estados Unidos y asegura que Dogi pagó demasiado por las fábricas de Sara Lee-, "pero también se juntaron el hambre con las ganas de comer: crisis del mercado", explica Ferran Conti, vicepresidente ejecutivo de la compañía.

Conti no se ha quedado cruzado de brazos. El ejecutivo está ultimando un plan de choque para que Dogi vuelva a la senda de los beneficios, tras cerrar los dos últimos ejercicios con unas pérdidas de 1,8 y 3 millones de euros, respectivamente, como paso posterior al reflote financiero de la compañía.

Lo primero fue la necesidad de plantear una ampliación de capital, por valor de 24,8 millones de euros, que suscribe íntegramente Josep Domènech. Él desembolsará directamente nueve millones y financiará otros 14 millones gracias, precisamente, a otro préstamo concedido por la entidad de crédito de la Generalitat.

El plan de Conti tiene dos patas fundamentales. La primera es el lanzamiento de un nuevo paquete de productos "muy avanzados en tecnología". Para Conti, la clave está justamente en la innovación. "Antes, los productos llegaban a tener un ciclo de vida de siete años, ahora duran a lo sumo tres porque son copiados por la competencia y los márgenes se reducen dráticamente".

El segundo pilar es un plan de reducción de costes en cinco millones de euros, que la dirección de Dogi no ha detallado porque, arguye Conti, todavía se está hilvanando. El ejecutivo espera poder entrar en beneficios en 2004, un año más tarde de lo previsto inicialmente.

En paralelo, la compañía invertirá entre 15 y 20 millones de euros en los próximos dos años, la mitad de los cuales se destinaran a duplicar la capacidad de producción de la planta que tiene en China, desde los actuales cuatro millones de metros de tejido.

El plan contempla un horizonte para 2007 con un crecimiento acumulado de la facturación del 31% (200 millones de euros en 2002) y unos fondos propios de75 millones y una deuda de 38.

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