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Un albañil boliviano, asesinado a tiros en unas obras de Fuencarral

La víctima, de 27 años, murió tras negarse a dar un cigarrillo a un español

La sangre volvió a correr ayer por las calles de Madrid. La 71ª ocasión en lo que va de año, dentro de una escalada criminal que parece irrefrenable. Esta vez la víctima fue Raúl Enrique León Vélez, un humilde peón de abañil, de 27 años y origen boliviano, que fue asesinado de tres balazos. El supuesto autor del crimen es un español perteneciente a la familia Jiménez Silva, tras cuyos pasos está ya la policía. El móvil del crimen fue una simple discursión originada porque León y otros compañeros se negaron a dar un cigarrillo al presunto agresor. Y éste, al poco, regresó a donde se hallaban los obreros y les descerrajó cinco tiros. Sucedió en unas obras en el nuevo barrio de Las Tablas (Fuencarral).

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El crimen empezó a gestarse minutos antes de las cinco de la tarde en un paisaje abrasador de grúas y hormigoneras. En concreto, ante un edificio bautizado como Promoción Monte-sauce, donde la empresa Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) tiene ya muy avanzada la edificación de 152 viviendas de lujo, dos pistas de pádel y otros equipamientos.

Eran casi las cinco, la hora en que estos trabajadores ponen fin a su jornada laboral. De improviso llegó un hombre que exigió un cigarrillo a Jaime Leonardo Espinosa, un trabajador ecuatoriano, compañero de cuadrilla del difunto Raúl Enrique León.

"No tenemos tabaco", le respondió Espinosa, lo que hizo que aquél empezara a gritar desaforadamente al grupo de trabajadores. De nada valió que éstos le rogaran que se calmase. Aún se enfureció más cuando intervino un obrero colombiano: "¡Tú, cállate, colombiano de mierda! Ahora mismo voy a por una pistola y os mato a todos", comenzó a gritar el homicida ante la mirada incrédula del resto de personas.Jamás pudo imaginar el grupo de cuatro peones hispanoamericanos que el furibundo individuo -"regodete y de cara morena", según un testigo- fuera a cumplir sus amenazas. Así que siguieron a lo suyo, se cambiaron de ropa y se dispusieron a volver a sus casas en un Fiat Tipo, de color blanco, matrícula M-6109-MJ, propiedad del ecuatoriano Espinosa.

Éste dio las llaves de automóvil al boliviano León rogándole que moviese el vehículo de donde lo tenía estacionado (una calle sobre la que caía el sol a plomo) y lo llevara a una zona más sombría y más próxima al bloque de pisos donde trabajaba el grupo de albañiles.

León acababa de subirse al coche y empezaba a maniobrar para cumplir los deseos de su compañero, cuando irrumpió el individuo con el que el ecuatoriano Espinosa había tenido antes la trifulca. "Seguramente lo confundió con mi marido", dice la esposa de Espinosa, que anoche aguardaba que su esposo llegara a casa tras prestar declaración en Homicidios. Fuese así o no, lo cierto es que el agresor se bajó de un Renault 19 y, sin mediar palabra, empuñó la pistola y apretó el gatillo hasta cinco veces, según recordaba Julio, un operario que manejaba una máquina en el mismo lugar del crimen.

Tres balazos

Tres de los proyectiles alcanzaron al boliviano Raúl Enrique León: uno en la región derecha del tórax, otro en el costado derecho y el tercero en el abdomen, que le causaron gravísimas heridas. Pero, además, el agresor le asestó una cuchillada en la zona izquierda del tórax, con afectación de la pleura, según un portavoz de Emergencias 112. Aunque los demás compañeros del herido echaron a correr despavoridos, otra de las balas alcanzó de refilón a uno de los acompañantes. El asesino huyó rápidamente del escenario del crimen.

Los facultativos de una UVI móvil del Summa acudieron en auxilio de León e intentaron reanimarle durante 23 minutos, aunque al final sus esfuerzos resultaron estériles, dado que los disparos le habían afectado varios órganos vitales. Agentes del grupo X de Homicidios de la Brigada de Policía Judicial se han hecho cargo de las investigaciones y, gracias a las declaraciones de los testigos, ya han logrado determinar que el presunto homicida es un hombre perteneciente a la familia Jiménez Silva, un hombre de etnia gitana del clan de Los Extremeños, que, según uno de los compañeros de la víctima, "trabaja de guarda" en una obra de la zona.

"Ya no había aquí casi nadie porque era la hora de acabar el trabajo. De repente he odio los disparos y no me lo podía creer. Fue alucinante", recordaba Julio, conductor de una máquina empleada en la construcción, con el terror en el rostro. "No quiero hablar mucho más porque tengo miedo", admitía. Aparentemente sabía mucho más y aparentemente tenía motivos para ser timorato. No en balde, varios trabajadores señalaron que el presunto homicida solía merodear a diario en su coche por esa zona, donde, al decir de algunos, trabajaba como guarda de un edificio en construcción. No resulta extraño, teniendo en cuenta que hombres de etnia gitana trabajan de guardas nocturnos en la mayoría de las edificaciones en marcha.

El fallecido Raúl Enrique León estaba casado y su esposa trabaja como asistenta doméstica, según comentó uno de los responsables de la obra donde se registró el homicidio. "Le contratamos de peón en marzo del año pasado, cuando comenzamos la edificación", dijo ayer mismo un responsable de la empresa Fomento de Construcciones y Contrastas (FCC). "Al principio, no sabía hacer nada, pero luego fue aprendiendo y ahora era un buen trabajador. No teníamos la menor queja de él ni jamás había ocasionado ningún problema. Esto es increíble. ¿Y todo por un cigarrillo? ¿Adónde vamos a llegar?", añadía.

La policía busca como supuesto autor del crimen a un miembro del clan de los Jiménez Silva, a la vez que solicita la colaboración ciudadana para capturarle lo antes posible. Sin embargo, fuentes de la investigación sospechan que el presunto homicida, perteneciente al clan de los Extremeños, se haya dirigido ya en busca de refugio hacia Portugal, donde residen numerosos parientes.

Este nuevo homicidio, que hace el número 71 de las muertes violentas registradas en la comunidad en lo que va de año, se produjo apenas unas horas después de que una joven dominicana matase a cuchilladas a su marido en una vivienda de Pozuelo de Alarcón.

Dos inspectores de policía examinan el cadáver del peón de albañil Raúl Enrique León Vélez, asesinado a tiros en el distrito de Fuencarral.
Dos inspectores de policía examinan el cadáver del peón de albañil Raúl Enrique León Vélez, asesinado a tiros en el distrito de Fuencarral.ULY MARTÍN

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