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Reportaje:

La difícil cohabitación en el PP

Castellano 'advierte' a Camps de que no puede poner en peligro los intereses políticos de Zaplana

El portavoz del grupo parlamentario del PP en las Cortes Valencianas, Serafín Castellano, puso negro sobre blanco el pasado jueves un hecho que hasta ese momento no pasaba de ser un rumor voceado en los mentideros políticos valencianos: el distanciamiento político existente entre el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana. Castellano aprovechó una pregunta inducida sobre la fusión de las cajas de ahorro para advertir a Camps de que, con sus opiniones y decisiones en apenas un mes al frente del Consell, estaba adentrándose en un territorio peligroso para los intereses políticos de Zaplana. El portavoz de los populares en las Cortes, que ya ha sufrido algún rapapolvo del ministro por su tibieza y por no mantener prietas las filas del PP en torno al zaplanismo, utilizó una opinión sobre el futuro de las cajas del presidente para, indirectamente, recordarle que hay un grupo parlamentario y un partido en el que no tiene mayoría. Más claro: Camps tiene que cohabitar con Zaplana y compartir sus decisiones. De lo contrario se arriesga a una pelea en la que puede perder más que ganar.

Las declaraciones de Castellano han evidenciado, con cierto retraso, el malestar existente en el entorno del ministro prácticamente desde el mismo momento en que se conoció la composición del nuevo Consell, especialmente por la presencia de Gerardo Camps y Esteban González. Es sabido que Zaplana aspira a influir de manera determinante en la sucesión de Aznar y, en más de una ocasión, ha manifestado en privado su voluntad de contar con ministros valencianos en el gobierno que se formará tras las elecciones de marzo de 2004, en el caso de que el PP consiga la mayoría suficiente. Entre los candidatos a sentarse en la mesa de ese supuesto Consejo de Ministros se encontraban Camps y González Pons. Su venida a Valencia dificulta la estrategia de Zaplana.

De otra parte, la llegada del ex Secretario de Estado para la Seguridad Social y del ex portavoz del PP en el Senado al Consell revela un grado de autonomía política del nuevo presidente de la Generalitat muy superior al que se le suponía durante la campaña electoral. Con su incorporación, Francisco Camps actúa como el príncipe nuevo que describe Maquiavelo, sin dejar por ello de asumir la condición de príncipe heredero como se comprueba en la configuración global de su primer gobierno. Este equilibrio, sin embargo, se rompe con algunas decisiones y gestos que empiezan por dar prioridad a la construcción de escuelas frente a la ampliación del IVAM, las visitas a rectores y sindicatos de la enseñanza y que acaban con la declaración del presidente sobre la fusión de las cajas.

Muchas cosas en muy poco tiempo y un acelerón político que deja al desnudo la pasividad de la última legislatura. Inicialmente, responsables del PP y observadores creían que esta atrevida gestión se debía a la inexperiencia política del nuevo equipo, teñida además de un afán de protagonismo. Pero, a medida que transcurre el tiempo, empieza a tomar cuerpo la convicción de que el presidente, Gerardo Camps y Esteban González no actúan por libre. Los tres son políticos de largo recorrido pese a su juventud que conocen de sobra el PP y, en consecuencia, no cabe atribuirles ocurrencias frívolas.

Personas directamente relacionadas con Zaplana confirman esta hipótesis y añaden que, con toda seguridad, sus actuaciones hay que situarlas en el contexto de la lucha por la sucesión de José María Aznar ante el 2004. Estas fuentes afirman que el vicepresidente segundo Rodrigo Rato -de visita ayer en Benidorm- es conocedor de esta estrategia con el objetivo de reducir la capacidad de influencia de Zaplana en el proceso de sucesión abierto en el seno del PP. Sin embargo, una persona allegada al ministro cree que la política del equipo dirigente del Consell es más autónoma y menos conectada con Rato: "Pueden ir más lejos de la realidad actual", afirma; pero no descarta la existencia de una conexión entre Rodrigo Rato y el equipo que encabeza Francisco Camps.

En este contexto, con la sucesión de Aznar al fondo, y la pelea por el protagonismo en un futuro gobierno del PP hay que situar las manifestaciones de Serafín Castellano discrepando de la posición del presidente de la Generalitat sobre la fusión de las cajas. Varios dirigentes populares consultados coinciden en afirmar que el portavoz del grupo popular en las Cortes Valencianas aprovechó una pregunta inducida sobre el futuro de las instituciones financieras valencianas para marcar el territorio del ministro de Trabajo. Eduardo Zaplana será el candidato por Valencia en las elecciones generales de 2004 y no puede consentir que se cuestione, aunque sea de forma indirecta, la gestión que ha desarrollado al frente de la Generalitat.

Declaraciones como las de González Pons apostando por la construcción de escuelas y aplazando la ampliación del IVAM por "cara", aseguran estas fuentes, están poniendo en evidencia dos hechos nada positivos para los anteriores gobiernos valencianos: No se han construido los colegios necesarios y además no hay dinero porque se ha hecho una mala gestión presupuestaria. La cohabitación, en estos términos, puede resultar muy dura hasta marzo de 2004. Y Zaplana, a través de Castellano, señala que es él quien tiene el poder en las Cortes y en el partido.

Ésta es la clave: llegar a marzo sin padecer las consecuencias del fuego amigo. El futuro de las cajas es una mera excusa porque Zaplana pudo hacer la fusión y dejó que pasara el tiempo. Ahora hay quien dice que ir contra la unión es ir contra los intereses valencianos y que el valencianismo de Camps es pura fachada.

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