Africano y universal
La música tradicional senegalesa se hace presente en Tan bi -se traduce como calor, brisa, ternura-, una canción que obliga a los teclados a cubrir la ausencia de instrumentos como la kora -arpa de 21 cuerdas- o el balafón, el xilófono de África occidental. Para no llevarlos de gira, los africanos suelen alegar problemas insolubles de afinación. Youssou N'Dour los ha empleado por primera vez en su último disco, así que en realidad nunca había dependido de ellos.
Se dio la vuelta para mostrar la inscripción que llevaba estampada en el dorso de su camisa blanca: "Y. N'Dour 12". No se trata de una clave esotérica. Bastó ver a unos cuantos compatriotas suyos con camisetas de futbolistas para entenderlo. Los senegaleses todavía andan bajo los efluvios del sorprendente desempeño de su selección en el último Mundial.
Youssou N'Dour
Youssou N'Dour (voz), Jimmy Mbaye y Pape Omar Ngom (guitarras), Ibrahima Cisse (teclados), Assane Thiam (tama), Habib Faye (bajo, teclados), Babacar Faye y El Hadj Faye (percusión), Abdoulaye Lo (batería), Tanya Daese y Djanke Djibe (coros). Conde Duque. Madrid, 17 de julio.
Baykat arrancó como un trueno con el repique característico del tama, ese pequeño tambor de axila, santo y seña de la música de Youssou N'Dour, que Assane Thiam revienta en canciones como Sagal ko. Youssou N'Dour tiene esa voz que corta láminas de acero -Peter Gabriel la definió como plata líquida- y que por momentos se torna un lamento que trae la memoria de Camarón o Nusrat Fateh. Empieza a cantar Doole y se detiene. Busca con la mirada a una senegalesa, le pide en wolof que se aproxime al borde del escenario para traducir la idea de la canción: quien tiene poder no debe hacérselo sentir al que no lo tiene.
Fuerza y delicadeza
En directo, canciones como Lima weesu ganan fuerza sin perder la delicadeza original. El trepidante Set, que sirvió en su día para una campaña de limpieza de las calles de Dakar, transmite energía suficiente para dejar relucientes las de cualquier ciudad, y en Ligueye le dio por el baile de la grulla: consiste en subir los codos de lado hasta alcanzar la altura de la cara como si se fuera a levantar el vuelo y permanecer un instante inmóvil antes de repetir una y otra vez la coreografía.
Youssou N'Dour ya no necesita someterse a supuestos gustos foráneos: su música sinuosa y fértil se va entendiendo en Europa sin necesidad de doblaje. Hoy es uno de los artistas más grandes de la música popular. Cada vez más africano y universal.
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