_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ballet de los pretendientes

La nueva versión del escándalo derechista de la Asamblea de Madrid es que es una maniobra de un pretendiente o varios a la sustitución de Aznar para desacreditar a Gallardón, el más peligroso por más estimado. Entre las muchas que he escuchado no es la más convincente. Peor aún: he oído que era una maniobra de Felipe González para castigar a su partido por aliarse con su odiada IU: las canalladas andan sueltas. Siempre hay que buscar lo más simple, lo más burdo, como la versión de que es una acción del poder absoluto para quitar a la oposición una situación clave. Lo económico es importante: la mafia de la construcción, el complejo política / negocio, parece una buena suposición. Pero más dinero.

Siempre pensé que en la historia de los pretendientes al lecho de Penélope el verdadero culpable era Ulises: la idea de que un tipo ande por el mundo, acostándose con Circe y algunas más, conservando su trono y dejando a su esposa en la castidad de la bordadora compulsiva era el retrato de un militarote machista. Hasta la prueba de que fue él: tensando su arco, que nadie más podía usar. Mal bicho. Aquí es también Ulises el Aznárido quien tiene la culpa: y el verdadero escándalo está en que Penélope la Española no tenga decisión, y los candidatos anden medio matándose por la sucesión: que depende del jefe. El imitador de Franco quiere también dejarlo todo atado y bien atado. Franco se murió en contra de su voluntad; Aznar quiere hacerlo en vivo, que es más realista: mantener la jefatura del partido para mandar al sucesor: atar mejor. En todo esto, recuerdo que Franco tenía razón al oponerse a la "partitocracia": las cúpulas de los partidos haciendo las listas de quienes han de redactar las leyes, dependientes del aparato o la "oligarquía partidista"; las oligarquías de los partidos ocupando los cargos de libre designación y el funcionariado, sobre los que se ejerce "la presión jerárquica"; el Estado no es independiente sino sometido a esa cúpula. Copia al más fascista de los fascistas españoles, Fernández de la Mora. Ingenuo: suponía que esa "cúpula" sería de izquierdas por el voto popular, y no había imaginado que los sistemas de hacer votar, los poderes de persuasión, estarían en manos del partido que sería, sin que él lo supiera, el de los suyos: el que fundó Fraga. El que continuó Aznar: cúpula de sí mismo. La partitocracia es un fascismo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_