Héroes
En los días de playa, mientras chapotea entre las rocas, el coleccionista de jícaras se siente un punto príncipe Namor. Existe una civilización submarina que se sustenta sobre la economía sumergida, pues no sólo de repartir pizzas vive el hombre. Namor era un superhéroe que tenía cierto parecido con Mister Spock y se pasaba la vida con el agua al cuello. Al principio, se enfrentó a los habitantes de la superficie, aunque enseguida éstos le hicieron ver que su enojo era producto de la ofuscación. Quienes vivimos al aire libre, ya se sabe, tampoco tenemos la culpa de todo lo que pasa ahí abajo. Las jícaras son los aislantes que de antiguo se ponían en los postes del tendido eléctrico. Las más bonitas son las de cristal verde. También las hay de brillante porcelana blanca; sin embargo, a través de las de cristal parece que pueda verse el revoloteo de la corriente.
Bruce Banner vive atenazado por el peligro de convertirse en masa. 'Hulk' no es una película orteguiana, pero algo de eso tiene
Durante las vacaciones, el buscador de jícaras recorre los desmontes cercanos a su pueblo en busca de algún viejo poste de la luz caído. Pero aún falta cerca de un mes para que lleguen esas lomas secas, que una vez estuvieron sembradas de esparto a reventar. Mientras, se refugia del calor en el aire acondicionado de los cines junto a unos amigos. El pasado 4 de julio, día de la patria americana, se estrenó en esta parte del protectorado la película Hulk, que cuenta la historia de otro de esos superhéroes.
En los tiempos en que todavía resultaba habitual encontrar postes del tendido en pie en las ciudades, aquí se conocía a Hulk como la Masa. Su caso es el de un individuo, Bruce Banner, que vive atenazado por el peligro real de convertirse en masa, en una "masa verde descerebrada", precisa. No se trata de una película orteguiana, pero algo de eso tiene. Cuando se enfada, el doctor Banner se pone verde como una jícara y pega unos saltos que para sí los quisiera un tránsfuga. Es entonces cuando se transforma en "la increíble" Masa. Tal como la idearon sus creadores, la Masa odia al individuo en el que vive encerrada y a veces hasta le busca para destruirle. También tiene algo de Elias Canetti, claro.
A la vez que el coleccionista y sus cuatro amigos (parecían la Patrulla X) disfrutaban de los botes de la Masa a lo largo y ancho del desierto de Nuevo México, el Gobierno estadounidense enviaba a Arnold Schwarzenegger al desierto de Irak para animar a sus tropas, que todavía andan en busca de las armas de destrucción masiva. Lo primero que les dijo el actor a los soldados fue: "¡Sois unos terminators!", y éstos le aplaudieron locos de alegría. Su personaje, un cyborg llegado del futuro para el exterminio y luego puesto al servicio de la raza humana, les ofrece a esos militares una épica truculenta que les hace creerse más que humanos o, peor aún, los únicos humanos de la zona. Y en el segundo caso, no va a ser soledad lo que sientan.
Solitario es el hombre masa Bruce Banner vagando por el mismo desierto en que se habían realizado las pruebas nucleares que dieron lugar a la bomba atómica. O Richard Kimble, "el fugitivo", que apareció un año después, en 1963, y durante cuatro años huyó de pueblo en pueblo y de ciudad en ciudad. Es como si en aquellos días los norteamericanos empezaran a comprender que estaban quedándose solos. Pero también se sabe que el solitario siempre es un poco héroe en su valentía de atreverse solo con la vida. Acaso, el más solitario de todos aquellos superhéroes fuese Estela Plateada, errabundo en el espacio intergaláctico en unos años en que los astronautas lograban los primeros paseos espaciales. A bordo de su tabla de surf, Estela Plateada navega a la intemperie sin ni siquiera una nave que pilotar. Y allí arriba..., ¿se estará tan fresquito como aquí se está en el cine con el aire acondicionado?
A un paso de la Masa, se encuentra la Cosa, el piloto de un cohete espacial que se convierte en un monstruo de piedra tras ser alcanzado por unas misteriosas radiaciones cósmicas. Tal vez tan misteriosas como aquella placa del hombre empujado por un rayo que, junto al rótulo de "no tocar, peligro de muerte", se ponía en los condensadores de alta tensión que había en la calle. Ben Grimm, llamado la Cosa, es la Masa de los Cuatro Fantásticos. La diferencia entre ser Masa y ser Cosa es que nunca se puede dejar de ser lo segundo. Condenado a tener un aspecto insoportable, la soledad de Ben Grimm es aún más terrible que la de Bruce Banner. Por debajo del individuo masa se sitúa el individuo cosa. Los 4 de julio existen para recordarle al individuo lo que tiene de masa. Y en esas fechas el terminator viaja hasta el último rincón del mundo para que nadie se quede sin saber lo que cada individuo tiene de cosa.
Reverbera el aire sobre el suelo yermo de los viejos espartales. Junto a las lomas también se plantaba trigo, centeno y avena. Ahora sólo se ven algunas urracas. Y saltamontes, que sacuden las hojas de las amapolas dormidas. El horizonte es diáfano. No lejos de un arroyo se levantan las higueras y los almendros. Al fondo, en la carretera, el resplandor ocasional de algún automóvil. Un poste de la luz aguarda caído con sus jícaras impecables. El coleccionista abandona al resto de la patrulla a la puerta del cine y se dirige hacia su casa entregándose a la ilusión de que también él es un poco solitario.
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