_
_
_
_
CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Atutxa en el estanque

Hasta este retiro donde me he exclaustrado llegan los ecos del singular combate entre Juan María Atutxa y la Justicia. Combate en el que, según se anuncia, podría intervenir, de telonero, el Consejero Javier Madrazo.

El estruendo de lanzas y los destellos que despiden las armaduras al entrechocar, ocupan tanto la atención, que impiden al respetable ver más bosque que el encantado en el que se desarrolla el duelo, con sus gnomos y elfos incluidos.

Estaba yo preguntándome hace un rato qué hace metido deliberadamente en este lance un hombre tan serio como era Atutxa. Y no encontraba razón, como no fuera un extemporáneo ataque de acné juvenil.

Escribo estas líneas sentada en un banco de un paseo marítimo lejos de mi extrañable país. Aquí todo parece transcurrir dentro de una absoluta placidez. Unos niños de tres años se han parado delante de mí señalando hacia un gran danés a mi espalda. El enorme perro les ha saludado movido majestuosamente la cabeza y los niños han proseguido el paseo con sus padres.

Me pregunto si estos apacibles paseantes serían capaces de comprender el enredo que ocupa ahora a los vascos. Yo no podría explicarlo sin poner cara de tonta. He desistido por tanto de dar y de darme explicaciones y me he puesto a mirar los reflejos de la luz en las ondulaciones del agua. Estas imágenes también son complicadas. ¿Quién intentaría explicarlas? Sin embargo, no son sino deformaciones de la realidad, buenas para dejarse mecer por ellas hasta adormecerse.

En ese estado me he dado cuenta de lo que estaba sucediendo al otro lado del espejo deformante. No es un bosque encantado, sino un estanque, donde las ranas nunca se convertirán en príncipes.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Lo aparente es que los jueces no se ponen de acuerdo sobre si abren proceso para juzgar la actuación del presidente del parlamento vasco. Lo importante es que algunos nacionalistas prominentes ya han abierto un proceso a los jueces que deben tomar la decisión.

Tras haber negado la legitimidad del gobierno de Madrid para gobernar sobre la seguridad de los vascos amenazados y del parlamento español para aprobar leyes que disuelvan a los partidos que no condenen el terrorismo, ahora les toca ser políticamente enjuiciados a los jueces del Tribunal Superior del País Vasco que han de hacer cumplir esas leyes.

Bueno -me diría un paseante- será que el mentado Atutxa y sus compas son jóvenes antisistema. Los jóvenes suelen ser subversivos hasta que adquieren compromisos como pagar una hipoteca o bregar con los hijos. Es normal.

Pues no, precisamente. Estos no son tan jóvenes y son ellos además quienes gobiernan, nos cobran los impuestos y deciden lo que hacer con ellos.

Son los que tienen el poder para decidir y quieren seguir teniéndolo sin el riesgo de perderlo. La democracia implica la alternancia. Ahora en el gobierno, mañana en la oposición. Pero éstos han descubierto la cuadratura del círculo, han logrado el milagro de estar en el gobierno y en la oposición a la vez. Como gobierno, procuran utilizar las leyes en su provecho. Como oposición antisistema sólo obedecen al reglamento de la Cámara, al pueblo y a su conciencia; pero no necesariamente a la ley aplicada por los tribunales, porque no es la suya.

El obstáculo, por lo tanto, no está en el tribunal de la conciencia, sino en la conciencia del tribunal: se trata de tomarles la horma a los jueces para preparar la copa de sus birretes. ¿Quién puede ver en ello una intención deslegitimadora?.

Hace años que los jueces son vistos como un obstáculo para avanzar en el programa soberanista. Dicen que cuando alguien ve que se le niegan sus derechos, aprecia someter el litigio a la decisión de un juez imparcial. Pero cuando se trata de los derechos del pueblo obstaculizados por las libertades individuales de los ciudadanos, los nacionalistas prefieren al tribunal de la historia.

Por eso, invitaron a marcharse a los jueces que no comprendieran el problema vasco. El envite coincidió con el asesinato a mano terrorista del magistrado Lidón Corbi. Y muchos jueces se marcharon del País Vasco. Aunque otros, se quedaron.

Algunos de los que se quedaron deben decidir ahora si Atutxa ha de ser procesado porque dice el Fiscal que se ha negado reiteradamente a cumplir una orden judicial. Cada juez que personalmente vote por el procesamiento, sabe que será enjuiciado como enemigo del pueblo.

A ETA le trae sin cuidado que se procese o no a Atutxa. Si por ellos fuera, Atutxa estaría muerto seis veces, con cada atentado que le prepararon cuando era jefe de los guardias. Pero que alguien sea señalado como enemigo del pueblo no le trae a ETA sin cuidado. De nuevo pues, se disponen a alinearse los planetas del nacionalismo.

Es el terreno de juego lo que está cambiando. El campo de las próximas batallas. Esta vez no son los concejales, ni los profesores ni los periodistas. Ahora les toca a los jueces del País Vasco. Cada persona con su intrahistoria y con su soledad, deberá enfrentarse al monstruo. Van a necesitar mucho coraje.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_