Tebeos a contracorriente

En los cómics de la editorial bilbaína Astiberri no abundan los superhéroes ni sus villanos antagonistas. Sus historietas suelen tratar sobre gente corriente con problemas corrientes. Buen ejemplo de ello es Mis circunstancias, de Lewis Trondheim, premio en el último saló del cómic de Barcelona. Su protagonista, trasunto del autor, es un exitoso dibujante de cómic francés que, llegado a los 30, sufre una crisis propia de la edad. "Ves que le pasan las mismas cosas que te pasan a ti", explica Fernando Tarancón, también en la treintena y responsable de Astiberri.

Su labor en el campo del "cómic adulto", ha merecido, dos años y medio después de comenzar la editorial, el premio que concede Manuel Darías, especialista del tinerfeño Diario de Avisos, al mejor editor de cómic del año. La lista de los galardonados en sus 26 años de existencia da la idea de la importancia del premio: Norma, Planeta, Glenat... todas, grandes editoriales.

La labor modesta e independiente de Astiberri, sin embargo, tiene poco que ver con éstas. Fernando deja clara la distinción: "Ésas editoriales van a lo seguro. Llevan 25 ó 30 años vendiendo lo mismo. No les interesa arriesgarse". Esto perjudica en los lectores españoles que pierden cosas interesantes que se están haciendo en otros países. Astiberri trabaja con esas obras. "La comercialidad y la calidad son cosas que no suelen ir juntas", opina Fernando. Para demostrarlo extiende un cómic mudo noruego. Es un libro grueso, de unas 150 páginas, que, como las demás obras del catálogo, cuidadosamente editadas, recuerda más a una novela que a un tebeo.

Fernando ve su labor con la resignación del que sabe que no se hará rico. "Cubrimos justillo". Editan una media de 2.000 ejemplares por título. En la venta de 1.000 está la frontera para pagar los gastos de imprenta y distribución. La otra mitad de la empresa es Jesús Serrano, que se encarga de la producción y la logística. Al primero le corresponde "la parte divertida, elegir qué se publica". El trabajo lo desarrollan en los tiempos robados a las dos tiendas de cómics que posee en Bilbao. Asegura que hay días que trabajan hasta 16 horas y se cruzan entre 10 y 12 llamadas de teléfono. "Parecemos novios", bromea Fernando.

A él, la afición por los cómics le viene de lejos. Empezó "como todo el mundo: Bruguera, El corsario de hierro, los superhéroes". Terminados los estudios universitarios, decidió abrir una librería de cómics ante la "escasa oferta" especializada en Bilbao.

En la edición probó primero con Trama, revista gratuita de información de la historieta. Poco después, comenzó a forjar el catálogo de Astiberri, compuesto en su mayor parte por autores extranjeros. En la lista, sin embargo, destaca el dibujante guipuzcoano Luis Durán, "uno de los mejores de Europa". "No publicamos autores vascos sólo porque sean de aquí", aclara Fernando. Dicho de otro modo, el requisito está en la calidad; no en la procedencia. El objetivo de la editorial, añade, es crear un fondo consistente que les permita sobrevivir a base de reeditar las obras de más éxito.

¿Y cómo ve el futuro? "La base de lectores no aumenta, pero las editoriales se han dado cuenta de que existe un público adulto". Fernando, sin embargo, cree que aún queda mucho para llegar a colocar donde se merece al cómic, "un medio, no un género", aclara. En el horizonte, conseguir el reconocimiento que tiene en la Francia de la excepción cultural. "Aquí, los dibujantes todavía se llaman a sí mismos ilustradores para no hacer el ridículo".