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Reportaje:

La velocidad en los genes

Julián Miralles 'junior', cuyo padre fue campeón de Europa de motociclismo, sigue la estela de Héctor Barberá

Dentro de unos años, si todo le va bien y no sufre contratiempos, si se cumplen las expectativas que ha creado, la prensa irá a su pueblo, Alberic, a preguntar en la farmacia, en la charcutería o en el el horno cómo era de chaval; si era travieso e inquieto o por el contrario tranquilo y sensato. Los periodistas rebuscarán y querrán saber anécdotas de su infancia. Alberic se llenará de reporteros de toda Europa, ávidos de información sobre Julián Miralles junior, de 14 años, hijo del que fuera campeón de Europa del cuarto de litro a finales de los años ochenta. Si esto ocurre, será porque el chico se ha proclamado campeón del mundo de la cilindrada que usted quiera. "Yo", dice pícaro el chaval, "cuando era pequeño decía que mi piloto favorito era Aspar. Para joder". Ambos están sentados en una sala ubicada bajo la tribuna del circuito de Cheste, y su padre, Julián Miralles, sonríe sin decir nada.

Miralles junior vive el motociclismo con una naturalidad asombrosa. Mientras un grupo de mecánicos pone a punto una Aprilia de 125cc en uno de los talleres del circuito de Cheste, él da pequeños sorbos a una botella de litro y medio de agua mineral entre carenados de motocicletas desmontadas y herramientas de todo tipo. Un equipo de Punt 2 se ha desplazado al trazado valenciano para grabar un reportaje del joven piloto, que ya llama la atención de los medios de comunicación por su pericia y valor, las dos cualidades fundamentales que debe atesorar todo aquel que se dedique a la velocidad.

Acabado el curso -ha terminado 2º de ESO-, Miralles junior acude casi a diario a las instalaciones del trazado valenciano, donde pasa el día. Allí prueba la máquina con la que este año disputa el Campeonato de España de 125; también hace ejercicio, aeróbico sobre todo y algo de gimnasio. Pocas pesas, porque tiene 14 años y sería contraproducente. "No para de crecer el artista", dice Julián Miralles padre, sobre quien pesa la responsabilidad de encauzar la carrera de su hijo, quien marcha líder del Campeonato de España de 125 a falta de cinco pruebas.

A Julián Miralles senior le da pavor que alguien pueda pensar que su hijo está ahí, en la prolífica cantera de Cheste, porque su padre es quien es, en este caso el coordinador de la escuela de motociclismo del circuito. "Él sabe que soy muy exigente. Si quiere seguir en esto tiene que demostrar que vale. Si no es así, no vale la pena. Yo vivo de esto y él es uno más. No puede ser de otra forma", afirma el ex piloto valenciano, valedor de chavales como Héctor Barberá, que disputa por segundo año consecutivo el Mundial de 125cc y que el domingo ganó en Inglaterra su primer gran premio; un piloto formado en las competiciones de promoción impulsadas por la instalación valenciana. Barberá es el ejemplo a seguir para los chavales que seleccionan y dirigen los responsables del circuito, gente inteligente, ex campeones como Aspar o Miralles, quienes conocen como nadie los secretos del motociclismo.

Dos años menor que Barberá es Julián Miralles junior, cuyo proceso de aprendizaje ha sido rápido. Muy rápido. El chico empezó hace cuatro años a competir y en poco tiempo ha despuntado. "Es regular y seguro. Para caerse de la moto tienes que tirarlo. Si no lo tiene claro no da gas", cuenta Miralles padre, quien valora esta destreza: "Mejor que sea así, porque las caídas frenan el aprendizaje".

El salto de Miralles junior a cotas mayores -léase Mundial, cómo no- depende de muchos factores. Pero una cosa está clara: su progresión es paulatina -"antes no le gustaban las guerras durante las carreras, pero ahora sí", asegura Miralles senior. Y los resultados están ahí, ha sido uno de los pilotos más jóvenes en subirse a un podio en un Campeonato de España.

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