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Reportaje:

El sospechoso voto del emigrante gallego en América

Alcaldes de distinto signo viajaron juntos a Buenos Aires para pedir el voto, y en otros casos recurrieron a 'conseguidores'

En fecha todavía sin designar del mes de octubre volverán a celebrarse las elecciones municipales en un distrito de la localidad coruñesa de Finisterre. De esas elecciones dependerá si el PP obtiene la mayoría absoluta en este pueblo y, de paso, la composición final de la Diputación de A Coruña, institución ahora mismo paralizada por este asunto. Así lo decidió hace unos días el juzgado de Corcubión, el mismo que entiende del caso Prestige. ¿Cuál fue el problema suscitado en Finisterre? Muy sencillo. Alguien, desde Argentina, envió al menos 82 votos falsos, que entraron en la urna. De nuevo, volvía a entrar en escena la sospecha por el voto de los emigrantes.

Las juntas electorales han recibido un total de 10 reclamaciones, de las cuales sólo la de Finisterre ha llegado al punto de provocar una repetición de las elecciones. Todas ellas han tenido relación con el voto emigrante, una constante que golpea el sistema electoral gallego. El censo de emigrantes gallegos asciende a 275.400 personas, cuando el censo total de Galicia es de 2.295.000. "Ese voto del exterior es decisivo para determinar cuatro escaños, uno en cada provincia, en unas elecciones autonómicas", dice Alfredo Suárez Canal, diputado del BNG en el Parlamento de Galicia. "Por tanto, es decisivo para conformar una mayoría absoluta de un signo u otro. Cuando nos vamos a elecciones municipales, sigue siendo decisivo para confirmar mayorías en muchos pueblos. Y es un voto que sigue estando bajo sospecha".

El juzgado de Corcubión estudia quién falsificó 82 papeletas en Finisterre
El voto emigrante es decisivo para determinar mayorías absolutas en pueblos

En el caso de Finisterre, alguien efectuó 82 copias de una misma tarjeta censal y colocó en cada una un nombre distinto. Pero cometió un error. Se le olvidó modificar el número de la tarjeta. De esta falsificación se dio cuenta el PP tres días después de la jornada electoral, cuando se procedía a ratificar el recuento en la junta electoral. ¿Cómo sospecharon los del PP de esta trampa? Es una pregunta sin respuesta. El anónimo falsificador intentó ir más allá e hizo otras 45 copias, pero éstas no llegaron en el plazo para ser incluidas en la urna. Esos sobres de votación, que no han sido abiertos, están guardados en la sede del juzgado. Cuando se abran, el día 14, se sabrá a qué partido beneficiaban.

La realidad del censo gallego en Suramérica ha sido motivo de constante controversia y de cierta depuración en los últimos años. Se denunció en su día que en Buenos Aires vivían 473 gallegos de más de 100 años de edad, más que en toda Galicia (359), o que en La Habana el 14% de los gallegos tienen más de 90 años, cuando esa franja de población es de un 0,7% en toda Galicia. En las autonómicas de 1989 fue una sorpresa que en Ourense llegara a votar el 63,6% del censo de emigrantes, cuando unos meses antes, en las generales, votó el 25,47%. A pesar de las depuraciones que se han efectuado en el Censo Electoral de Residentes en el Extranjero (CERA), el número de altas (114.831) supera al de bajas (70.607, de los cuales 39.448 por inclusión indebida y 6.093, por defunción).

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"Es cierto que hay un debate en torno al voto emigrante, sobre todo en Suramérica", reconoce Aurelio Miras, consejero de Emigración de la Xunta de Galicia. "Lo hay desde el momento en que, por ejemplo, los emigrantes italianos o portugueses no pueden votar en sus municipales. Acepto el debate, pero siempre me inclinaré porque voten, porque ha habido un reajuste del concepto de español. Hoy les importa ser españoles, entre otras cosas porque les permite ser europeos. Y los emigrantes no son una carga, son una riqueza. Hay una leyenda negra sobre el voto, sobre todo en Suramérica, porque sabemos que hay cosas que no funcionan bien, entre otras, el servicio de correos, porque todavía están llegando cartas de navidad desde Suramérica. Habría que cambiar la ley electoral y debería hacerse por amplio consenso. Hay que darles facilidades para que voten, habría que ampliar los periodos de votación, la utilización de los consulados, y que esa votación no levante sospechas".

El índice de participación de los emigrantes es más bajo en unas elecciones municipales (suele rondar el 12%) que en las autonómicas y generales (alcanza el 25%). Sin embargo, en la municipales se produce un fenómeno distinto. El número de alcaldes y candidatos que hacen las Américas para buscar el voto es mayor, entre otras razones porque hay localidades donde 200 votos seguros de Argentina puede significar un paso decisivo para una mayoría absoluta. Hay poblaciones pequeñas en las que el voto emigrante supone hasta el 50% del censo electoral. En esas circunstancias, la tentación es tan alta como para encomendarse a los conseguidores de votos.

Hay alcaldes de distintos partidos que han viajado juntos a Argentina para captar voto, según ha podido saber este periódico. Como hay conseguidores que, a cambio de dinero (3.000 euros a cambio de 200 votos), son capaces de asegurar votos a dos partidos distintos. Porque en las municipales no hay problema, no hay competencia. Un alcalde del PP puede viajar con uno del PSOE de otra ciudad, compiten por censos distintos. En varios de los 64 centros gallegos que hay en Buenos Aires se han celebrado reuniones a las que han acudido alcaldes de distinto signo. Y esos alcaldes regresan a Galicia con la seguridad de que tienen ya resueltos una serie de votos por correo. A lo mejor son 150, pero puede que resulten decisivos en un pueblo de 3.000 habitantes, donde termina votando la mitad del censo. Ese 10% ya asegurado puede ser un paso hacia la mayoría absoluta.

En el caso de las municipales, el procedimiento es el siguiente. El elector, primero, debe pedir el voto. Para ello debe rellenar una solicitud y enviarla a España. El franqueo cuesta el equivalente a tres euros, un precio que el elector muchas veces no está dispuesto a pagar. Luego, recibirá la documentación con el sobre de votación. Entonces rellenará la papeleta y volverá a enviar su voto, también esta vez por correo, pero con el franqueo ya pagado.

Alcaldes y candidatos suelen emplear el siguiente procedimiento: organizan una comida y recomiendan al invitado que acuda a ella con su DNI y pasaporte. ¿Para qué? Para rellenar allí mismo la solicitud de voto y ahorrarle el dinero del franqueo. Una vez resuelto el trámite de la solicitud, bien el alcalde, en un segundo viaje, o bien un enviado, se encarga de recoger los votos y asegurarse de que la intención de voto sea la debida.

En una carta de un alcalde a sus posibles votantes, invitándoles a un acto, figura la siguiente posdata: "Sería conveniente que trajeras tu DNI o el pasaporte. Sortearemos dos pasajes de ida y vuelta a España entre los asistentes con documento". En un anuncio insertado en el Diario Español de Uruguay puede leerse lo siguiente: "Gallego en el Uruguay. Concurre a votar a la sede del Partido Popular antes del viernes". ¿Desde cuándo se acude a votar a la sede de un partido político?

José Antonio Rodríguez es un emigrante que estos días se encuentra de visita en Galicia. Él conoce estos procedimientos. "Es muy simple. Hay dos partidos, PP y PSOE. No sé si por problemas de dinero, unos deben tener más que otros. Allí, en Buenos Aires, cuando hay un acto siempre está el PP y casi nunca el PSOE. Y van captando poco a poco, como la hiedra. El PP tiene muchos punteros allí. Todo se mueve por dinero". José Antonio se refiere a los "punteros" como una suerte de gente que hace las veces de agente electoral o de simple conseguidor. Miembros de los dos grandes partidos confesaron a este periódico conocer la identidad de algunos de estos conseguidores.

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