La hora de Gemma
Mengual está destinada a coronar al emergente equipo español de natación sincronizada
Gemma Mengual comienza hoy su desafío en la prueba individual de natación sincronizada. Juega en casa y sabe que está en el cénit de su carrera. Se siente capaz de alterar el sistema de castas que privilegia su especialidad, donde los puestos vienen repartidos por el historial. En su entorno se habla en voz baja sobre las posibilidades de esta nadadora singular. Hay un optimismo muy contenido, producto de la experiencia en una especialidad donde España ha jugado un papel menor hasta ahora. Mengual es la bandera del equipo español, confinado durante meses en el Centro de Alto Rendimiento de San Cugat (CAR). A ella le corresponde un papel pionero en la popularización de la sincro. En su ciudad -nació hace 26 años en el barrio de Les Corts- tendrá la responsabilidad de encabezar el pequeño escuadrón de nadadoras que se ha formado en torno a Anna Tarrés, la entrenadora que dirige el equipo nacional.
Gemma Mengual es la más popular, pero no es la líder del equipo. Dice que es individualista por naturaleza y que no tiene el carácter para asumir jefaturas. Participará en las pruebas de grupo y en el dúo con Paola Tirado, de la que se siente perfectamente complementaría. "Ella es más responsable", dice entre risas. Es como solista donde Gemma se expresa con más naturalidad, donde se aprecia aquello que su entrenadora define como "un talento exclusivo". Lo que le caracteriza es un aura de elegancia que se desborda en el agua. Gemma, que tantas veces bromea sobre su falta de destreza en suelo firme, se transforma en una excepcional gimnasta del agua.
Durante años ha esperado este momento. Llegó con apenas ocho años al club Kallipolis, semillero de las mejores especialistas de España en la sincro, y ahora se encuentra ante el reto soñado: conseguir algo grande en el Mundial de Barcelona, con el beneficio añadido que tendría para un deporte que ha vivido casi orillado en España. Detrás de la gracia de los movimientos, de la lucha contra las leyes de la física en el agua, hay un trabajo de una intensidad extrema: gimnasio, sesiones de acrobacia, saltos, series de resistencia en la piscina, trabajo de flexibilidad en la barra de ballet y las horas interminables en el agua, seis días a la semana.
Gemma es quizá la más expresiva de las grandes especialistas actuales. No es la más rápida, ni la más resistente. En esos dos capítulos destaca la francesa Virginie Dedieu, la mejor solista del mundo. Dedieu se ayuda de alguna particularidad decisiva. Una malformación congénita le permite actuar durante los tres minutos de ejercicio sin la pinza que las demás se acoplan en la nariz. Está absolutamente diseñada para la natación sincronizada. Gemma es de otra pasta: sus larguísimas piernas le restan algo de velocidad, pero ninguna es más expresiva y plástica en el agua. Tiene duende. Ella lo resume de otra manera: "Soy flexible, explosiva y ágil en el agua". También es minuciosa, con un alto grado de responsabilidad que suele producirle momentos de angustia antes de las grandes competiciones. "No me gusta estar sola, pero prefiero la competición individual, quizá porque en asuntos de responsabilidad prefiero que todo caiga sobre mí". De eso, de carácter y orgullo, trata el desafío que comienza hoy.
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