El largo y cálido verano
Rebuscando con paciencia se pueden encontrar en la lánguida cartelera de verano algunos estrenos interesantes (recientísimos los de Jean-Pierre Ameris, La vida; de Silvia Munt, Gala, o de Marleen Gorris, Carolina), pero la costumbre parece confirmar que la mayoría de las películas aguardan a que llegue septiembre para salir al mercado todas juntas. A lo que se ve, los días calurosos son para entretenimientos juveniles de acción, aunque sean con gran presupuesto y brillantes efectos especiales: una de Hulk, otra de los ángeles de Charlie, la tercera entrega de Terminator, una de Jim Carrey que al parecer está arrasando... y el Simbad de la factoría Spielberg. Dicen los interesados en el negocio del cine que el público más exigente prefiere esperar a que pasen las calores; por tanto, estrenar ahora sería como asegurarse el fracaso. Así será si ellos lo dicen.
Aun a su pesar, caben de vez en cuando gratas sorpresas. Aprovechando la tregua veraniega, se asoman ahora, por ejemplo, dos joyas del humor de Jacques Tati, Mi tío, y Las vacaciones de Monsieur Hulot, que en invierno no hubieran encontrado pantalla alguna. Jacques Tati logró experimentar divirtiendo a la vez, a pesar de que para muchos lo francés y lo humorístico no siempre casan bien. Tati supo sacar fruto de su larga experiencia en el music hall, no le dolieron prendas en reconocer su admiración por Buster Keaton e hizo en todo momento de su capa un sayo, sin importarle las tendencias de la moda o del mercado. Jugando él mismo y creando un estilo. Hoy está siendo reivindicado con reestrenos, ediciones en DVD y homenajes en festivales, como estos días ocurre en los de Parma y Tokohama, tan lejanos como dispares entre sí.
El número de festivales de cine no merma en verano, más bien todo lo contrario: florecen por los rincones más inesperados, algunos en plazas al aire libre, la mayoría de ellos tratando de suplir la mala programación comercial sufrida durante el año en sus cines locales, otros auspiciados por ayuntamientos como atracción de su semana de fiestas. Uno, bien publicitado, es el de Alfaz del Pi, de cierta solera por su hábil convocatoria de artistas españoles, atractivo tristemente ajado este año debido a recortes presupuestarios. Una pena. La llegada de los artistas a la puerta del cine estaba revestida con el ingenuo encanto de la imitación del glamour hollywoodiense. Dada la escasez de limusinas, los artistas esperaban en una plazoleta desierta a que los cochazos regresaran del cine a por otra carga de famosos. Con buen humor y sin rubor, sí señor. (También se ha alterado el presupuesto de la Mostra de Valencia al haberse eliminado los premios en metálico). Un veraniego festival en alza: el de Cine Gay i Lèsbic de Barcelona, que comenzó este año dando premios a Alaska, Imanol Arias y Jordi Boixaderas por sus interpretaciones de personajes homosexuales.
Quizás la sensación de que los distribuidores se repliegan en verano se corresponda con la deserción de los programas cinematográficos de las televisiones. Días de cine, por ejemplo. Y como él, todos. Este programa modélico dirigido por Antonio Gasset, sometido a los caprichos de la televisión oficial hasta lograr la categoría de fantasma, hace ya tiempo que se encuentra sólidamente colocado en horario de trasnochadores, sin que su historial de programa saltimbanqui a lo largo del tiempo entre distintos días y horas haya ensombrecido la alegría de encontrárselo en antena. Días de cine ofrece información abundante y seria (aunque en ocasiones con el trabajo de algún colaborador algo redicho), salpicada siempre por la divertida ironía de las presentaciones del propio director, que no tiene pelos en la lengua. ¡Pues también este programa se nos ha ido de vacaciones!
Hay temas que obligatoriamente se esfuman ante este verano de la información. Por ejemplo, las recientes declaraciones de Alex de la Iglesia criticando con vehemencia la poca atención que a su juicio se presta en España a la promoción internacional del cine. Lo dijo con motivo del estreno en Londres de su película La comunidad, tres años más tarde que aquí. Palabras serias que se llevará el verano.
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