Qué 'ilu'
Si hay una cosa bonita en este mundo es un país que prospera y alcanza su lugar en el concierto de las naciones, y permite a su presidente convertirse en una especie de, ay, no sé cómo llamarlo. ¿Enviado especial de la Metrópoli a las Españas pertenecientes a los Estados Unidos de América y que nos han tocado en la misma tómbola de los submarinos?
-Me apetece dar una vuelta por las afueras de tu rancho, George. Quiero ver a tus hispanos. En el fondo, son también míos, sobre todo ahora que lo compartimos todo. ¡Nuestros hispanos, qué ilu!
-Me parece muy bien, Jose. ¡Qué no hacemos por los amigos! Yo me llevo a Powell y a Rice conmigo a África, que quieren conocer a Kunta Kinte, me lo pidieron antes de la guerra.
-¿De cuál, George?
-De... ¡Da igual! ¿Y qué les vas a contar a mis tus hispanos, Jose?
-Pues eso, que Colón no era italiano, que la reina Isabel la Católica es una santa. Me han reservado un asiento en el Consejo Nacional de la Raza y muero de ilusión. Ya sabes cómo me pone a mí eso, casi tanto como mandar a Irak a la Plus Ultra.
-No se te ocurra acercarte a la frontera con México, corazón, no te vayan a confundir los guardias fronterizos con un ilegal y te manden tremenda balacera.
-Pero, hombre, si no voy a ver más que a descendientes de hidalgos como yo y a otras gentes acomodadas. ¡Ah, hablando de ilegales! Diles a esos negros de África que no sigan viniendo a España, aquí no nos caben más, y nos cuestan un esfuerzo en guardias civiles que bien podríamos dedicar a tus causas humanitarias, George. Y no les saques el ojo de encima a Condy ni a Colin, no los vayas a perder. Ahí abajo todos parecen iguales.
A mí me gustan mucho los niños con Porsche. La verdad es que me habría gustado tener más niños con Porsche de los que tengo, y me gustaría que en España hubiera más niños con Porsche de los que hay, para que llenaran las aulas y los aparcamientos, y luego pudieran trabajar en Wall Street y visitar a los Berlusconi en Porsche. En Wall Street, los niños hacen muchos amiguitos que también tienen Porsche y un papi que conoce al presidente de EE UU o a cualquiera de sus socios; o a un primer ministro de Italia o a cualquiera de sus compinches.
Sin complejos.
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