Las cartas perdidas de Miguel Maura
Un ciudadano halla en la basura parte del archivo del político republicano
En una cuartilla manuscrita con el membrete del Congreso, un diputado anunció la formación del primer Gobierno de Azaña de la II República, en octubre de 1931: "Resuelta la crisis. Azaña se encargará de formar Gobierno. Esta noche habrá Gobierno. Yo no sigo, aunque se empeñen que lo haga en cualquier cartera. Hasta luego. Firmado: Miguel Maura [ministro de la Gobernación]".
Esta nota no estaba guardada en un archivo. Es uno de los 40 documentos de Miguel Maura, personaje clave en la formación de la II República en España, que Agustín Millán, un vecino de Madrid, halló la semana pasada en un contenedor de la madrileña calle de Félix Boix. El legajo consta de cartas que la familia Maura intercambió durante los decisivos años de 1930 y 1931, en los que se gestó la caída del rey Alfonso XIII y la formación de la República.
"Resuelta la crisis. Azaña se encargará de formar Gobierno. Yo no sigo"
Según el historiador Javier Tusell, Maura (hijo del que fuera presidente del Gobierno Antonio Maura) fue "un personaje de importancia crucial para la República". El secretario general de la Fundación Antonio Maura, Alfonso Berenguer, asegura que a Miguel "los republicanos le utilizaron por su apellido, por ser hijo de quien era".
Junto a la correspondencia de los Maura hallada en el contenedor, también se encontraron cartas de personalidades de la época como el doctor Gregorio Marañón o el ex ministro de Fomento Ángel Ossorio. José Mario Álvarez, la persona que tiró las cartas a la basura y que desconoce por qué su familia tenía estos valiosos documentos que él desechó, afirma que pensaba que no eran "papeles importantes". Pero la Fundación Antonio Maura ha mostrado su interés por conservar los documentos en su archivo, ya que "corresponden a unos años muy importantes de esta familia".
En diciembre de 1930, Maura ingresó en la cárcel Modelo tras el fallido levantamiento de Jaca. Desde la prisión escribió varias misivas a sus amigos como la que remitió al empresario bilbaíno Ramón Bergé. "Querido Ramón: recibo tu carta. No sientas mi 'situación actual' porque es envidiable. Nunca estuvo más honrado el apellido que llevo que en la ocasión presente, en la que por acabar con lo que esterilizó la vida entera de mi padre y con las corruptelas y farsas que tienen a España al borde de la ruina, dando la cara noblemente y con luz y taquígrafos, estoy en la cárcel", se lee en uno de los documentos históricos tirados a la basura.
Miguel Maura también recibió correo de su hermano Honorio, que siempre intentó persuadirle de que no apoyase a la República, porque lo consideraba "un disparate difícilmente reparable".
Otro de sus amigos fue Ángel Ossorio, abogado del Gobierno provisional durante su encarcelamiento, que le expresó su apoyo: "Tengo como uno de los más altos honores de mi vida profesional haber puesto mi toga al servicio de un Maura y haber acompañado a usted en horas decisivas para España".
Y llegó el 14 de abril de 1931. Con el advenimiento de la República, Niceto Alcalá Zamora fue nombrado presidente y Maura se convirtió en ministro de la Gobernación.
Comenzaron las conversaciones entre los partidos republicanos para crear una nueva Constitución. Maura abraza esta causa con vehemencia. "Yo estoy donde estuvo don Antonio toda su vida: ayudando al pueblo. No es mía la culpa si el Rey se hizo incompatible con la dignidad y con el pueblo al que tú desprecias y que es lo único sano que hay en España", contestó en una misiva a Honorio, a quien acusaba de "llevar violetas y dar vivas a la Reina".
De los diez hijos que tuvo Antonio Maura, dos, además de Miguel, destacaron en la política: Honorio y Gabriel. El primero fue un derechista visceral que murió fusilado al comenzar la Guerra Civil. Gabriel fue ministro de Trabajo de Alfonso XIII, y por su amistad con el monarca redactó su último mensaje a la nación.
Miguel mantuvo mucha correspondencia con su esposa y confidente, Rosario. En el verano de 1931 le hacía partícipe de su vida y de las intrigas del Congreso. "Hace tal calor que no se puede dormir. Son las nueve de la mañana (...), estoy en pijama y sudo como un pato. Para colmo, no hay agua y habré de esperar a que me la traigan en cubos de no sé dónde. (...) Estoy hasta la coronilla de Madrid en verano".
El ocaso político de Miguel Maura estaba a punto de llegar. Tras las elecciones para formar las Cortes constituyentes en junio, se hicieron patentes las divisiones por el carácter anticlerical de la Constitución. "Creo que esto se cae ahora y que habrá lío. En todo caso yo ya no tengo nada que hacer", confesaba en una nota a su esposa. La Constitución se aprobó en octubre y Maura abandonó el Gobierno. A pesar de continuar como diputado de un pequeño partido conservador, no volvió a ser protagonista de los acontecimientos políticos.
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