Surreal
O sea, que van el Tamayo y la Sáez e inscriben en el registro del Ministerio del Interior un partido político llamado Nuevo Socialismo con el que concurrirán a las autonómicas de noviembre. La falta de rubor es directamente proporcional al incremento de los dividendos. El baranda será secretario general; la esfinge, secretaria de organización. Está todo amarrado. Son personas que aspiran con ejemplar cinismo a grandes cargos, sobre todo de conciencia. Espectáculo a la vista, porque acudir a un mitin de la señora Sáez puede resultar más excitante que una noche de desenfreno en Malibú, aunque el susodicho partido dure lo que pedo en mano.
Se prepara un otoño de órdago y esperpentos. En cuanto a los esperpentos, además de los citados, no sería extraño que volvieran a la carga personalidades de tan imborrable catadura como Ruiz-Mateos, Jesús Gil y otros preclaros varones de similar talante. En cuanto al órdago, todo parece indicar que en otoño va a haber más procesamientos que mítines, más jueces que líderes, más fiscales que oradores, más navajas que soluciones, más excrementos que esperanzas.
Esto es lo que se llama política de Juzgado de Guardia. Madrid está dando un sainete sonrojante ante todo el Estado, y la gente hace pedorretas cuando les dices que vives aquí. A muchos ciudadanos no se les va a olvidar el bochorno durante décadas. Eso no impide constatar que, a pesar de todo, la vida es un mar de lágrimas de risa y desatinos.
Todo el lío de los ladrillos ha propiciado de rebote un hecho inédito en nuestra democracia: tenemos un alcalde-presidente bifronte que, además, está colocado en salida de parrilla para la carrera de Moncloa.
Ruiz-Gallardón es en estos momentos el virrey de Madrid, el Conde Duque de Olivares. Las encuestas (tanto las técnicas como las de taberna) le miman y él se deja querer. Otra cosa es lo que oculte en su pecho el del bigote.
Sea lo que fuere, se nos avecina morbo a tope. Tal como está el patio de surrealista, a lo mejor el alcalde de Madrid tiene que ejercer también como presidente de la Comunidad y presidente del Gobierno. Surreal, pero no carece de morbo.
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