Silvia Munt construye un elogio del amor y del arte en la vida de Gala
La actriz y directora estrena su primer largometraje documental
Gala no sólo fascinó a Dalí. A Silvia Munt le perturbaba esa mujer que, venida de Rusia, agitó los corazones y la creatividad del París de las vanguardias y del pintor surrealista de Figueres. Gala se convierte una vez más en musa, esta vez para la actriz y directora Silvia Munt, que en su primer largometraje documental, que se estrena hoy, se aleja del mito de la inspiración y de la mujer manipuladora para ofrecer un elogio del "amor y el arte" que, según la directora, fueron los ejes de la vida de Elena Dimitrievna Diakonova, Gala.
Silvia Munt, que ganó en 2000 el Goya al mejor cortometraje documental con Lalia, presenta a una Gala "poliédrica" a través de una multitud de voces. "Gala permanece oculta porque es más rico que la descubran quienes la conocieron", apunta la directora, que eligió, entre muchos otros, a sus biógrafas, a Óscar Tusquets, a la familia Caminada, cocineros de los Dalí o a algunos de sus últimos amantes, como las voces que reconstruyen a Gala, icono del amor surrealista. Munt introduce las cenas del equipo de rodaje, a modo de "coro griego", para mostrar desde "el eco de la calle a la visión de los más doctos". Todo sirve para reconstruir la vida y la visión que se tiene de una mujer controvertida y misteriosa que la directora define más como "amiga y colaboradora de los artistas" que como una musa convencional". "Vivió para los hombres, no de los hombres", aclaró.
Gala (Oviedo) plantea un recorrido que comienza en Kazán, donde la protagonista nació en 1894, y termina entre Cadaqués, donde vivió con Dalí desde 1929, y el castillo medieval de Púbol, donde está enterrada desde 1982 junto a la tumba vacía de Dalí, enterrado en Figueres. Entre medias, Munt traza un mapa desde el sanatorio en Davos, donde conoció a su primer marido, el escritor surrealista Paul Éluard, al París de Breton, Louis Aragon o Marx Ernst, del que fue también amante, y llega hasta Estados Unidos, donde ella y Dalí pasaron los años de la II Guerra Mundial y la posguerra.
El documental, que la directora considera un género menos tentado a lo comercial, combina fotografías de Gala con una de las pocas imágenes en movimiento que se conservan, además de textos de Eluard y de Dalí. Munt desvela a una Gala culta, hedonista y religiosa, madre, amante y colaboradora incansable tanto de Éluard, con el que tuvo una hija que abandonó, como de Dalí, cuyo centenario se celebra en 2004.
Gala es para Munt no sólo una figura sin la que no se explica el arte del siglo XX, sino un personaje "saludable" porque aporta "un aire fresco en el puritanismo actual". Una mujer contradictoria marcada por la melancolía de las estepas rusas y por lo que la documentalista rusa Tatiana Pigariova define en Gala como los tres pilares de la identidad eslava: el alma, el destino y la angustia, que Gala transformó en hedonismo y mito.
Babelia
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