Piqué inicia la carrera electoral con críticas al "socialismo y al nacionalismo decimonónicos"
El líder del Partido Popular catalán solemniza su precandidatura en el CCCB
Hay que ver a España sin complejos desde una Cataluña sin problemas y utilizar el liberalismo para combatir "el socialismo y el nacionalismo decimonónicos". Con estas dos imperativos básicos, aunque no precisamente hegemónicos en la política catalana, el ministro de Ciencia y Tecnología y líder del PP catalán, Josep Piqué, bajó a la arena de la precampaña electoral. El próximo 7 de septiembre será designado candidato, pero ayer, arropado por unas 400 personas -empresarios y compañeros del partido-, el líder del PP catalán quiso solemnizar el pistoletazo de salida.
La conferencia de Piqué fue fiel a su tradición dicursiva: insistió en la necesidad de dar una capa de modernidad para recubrir las que consideró viejas y desconchadas paredes de la política catalana, según explicó en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), después de una presentación que corrió a cargo del director de la institución anfitriona, Josep Ramoneda. El prólogo fue amable y reconoció para el PP el carácter de partido incordio en el panorama catalán. Ramoneda, ante los empresarios Enric Reyna, Borja García Nieto, Artur Suqué y Antoni Zabalza, entre otros, polemizó someramente con Piqué sobre el carácter de la revuelta de Mayo de 1968.
Pero el guión previsto ayer por el líder del PP catalán no discurría por los campus rebeldes de Berkeley o Nanterre. Los ingredientes que ayer empleó Piqué eran de acreditada solvencia culinaria. No hubo, pues, receta nueva para Cataluña. Hay que seguir por el sendero que tantos éxitos ha dado a esa España de José María Aznar, apuntó a grandes rasgos Piqué. Resuelto y cerrado el proceso autonómico, no queda espacio para nacionalistas decimonónicos: "La España de hoy es la que queríamos los catalanes", porque como "hoy somos un país normal (...) deben ser otros los protagonistas", subrayó el ministro. Pero la clase política catalana sigue prestando oídos a los cantos de sirena y "desgraciadamente su discurso gira obsesivamente alrededor de una eventual reforma del Estatut o incluso de un nuevo estatuto [un consenso del que no participa el Partido Popular]". Todo esto supone el triunfo de "argumentos del pasado", de ese tufo decimonónico que arrastran las viejas ideologías, según Piqué. Las de ese socialismo que, a juicio del ministro, "cuando está en la oposición lo reivindica todo y cuando tiene el poder no da nada", y las de ese nacionalismo que "se ha acostumbrado a vivir en la trampa de esconderse bajo los agravios del pasado". "Seguimos hablando de déficit de poder político y de poder económico, olvidando que hemos vivido el mayor proceso de descentralización de Europa", agregó.
De entre esas tinieblas ideológicas criticadas por Piqué, lo único que emerge con nitidez es la propuesta del Partido Popular, la que ha hecho crecer las inversiones en Cataluña "como nunca" y ha expresado la voluntad política y ha tendido la mano para gobernar con Convergència i Unió en España "sin contrapartidas, cuando teníamos mayoría absoluta", dijo. Pero el nacionalismo sigue empecinado en "el intervencionismo y el paternalismo".
Reclamación emocional
"Frecuentemente los políticos sólo piensan en la sociedad civil para neutralizarla y devorarla; Cataluña no necesita más Estado, sino más sociedad; Cataluña necesita una Administración pública menos salvadora y más servidora; una Administración al servicio de una sociedad y no una Administración que quiera tutelar la sociedad, cuando no sustituirla, porque no confía en ella", añadió el ministro de Ciencia y Tecnología.
Para corregir el tiro político, Piqué sugirió ayer varios elementos: emplear a fondo la capacidad de autogobierno, subrayar el carácter plural del catalanismo y objetivar la relación Cataluña-España, basándola en "el diálogo y la negociación y no en el agravio y la reclamación emocional".
"Queremos hacer nuestro país sin dirigismos ni intervencionismos; no necesitamos ni líderes mesiánicos ni políticas de paternalismo intervencionista; no necesitamos, con todo respeto, nacionalismos ni socialismos decimonónicos", concluyó.
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