Inglés y fútbol en Manchester
Los estudiantes demandan cursos de idiomas que incluyan otras actividades
Los cursos de idiomas en el extranjero se sofistican cada vez más. Los estudiantes ya no sólo demandan aprender una lengua nueva, sino que buscan una actividad atractiva añadida que compense el tiempo de vacaciones que están invirtiendo en aprender otro idioma. Aunque los cursos convencionales son la mayoría (un 75%), desde hace unos cinco años, según empresarios del sector, hay otros muchos que se combinan con mil y una actividad extra: deporte, informática, cocina, senderismo, gimnasia, yoga. Puede haber incluso programas que no incluyan clases de idiomas, pues la idea es practicar mientras se aprende, por ejemplo, cómo se hace pan en el horno o se recorre la India durante tres semanas con un monitor inglés. Cualquier excusa vale para soltarse a hablar una lengua extranjera. Este verano, unos 140.000 alumnos, en su mayor parte menores de edad, se matricularán en un curso en el extranjero de idiomas, según la Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero (Aseproce), que agrupa a 62 empresas del sector. El volumen de negocio de estas compañías supera los 450 millones de euros anuales.
El 90% de los alumnos que opta por salir al extranjero lo hace para aprender inglés
"Antes la gente sólo iba a un curso de idiomas cuando salía fuera, pero ahora en España la enseñanza de lenguas extranjeras ha mejorado mucho, los estudiantes tienen un nivel mejor y esto les anima a buscar programas distintos, un atractivo más: aprender inglés pero también tener una experiencia personal, conocer gente, nuevos países, diferencias culturales...", explica el director de British Summer, Ignacio Más de Xaxás.
La idea es que aprendizaje y ocio no vayan por separado. Por ejemplo, hay cursos que ofrecen a niños de entre 12 y 17 años matricularse en la escuela de entrenamiento de fútbol de Bobby Charlton en Manchester (Inglaterra) -de donde salió
Beckham, el nuevo fichaje del Real Madrid- con tres horas diarias de inglés y otras tres de fútbol. Las niñas también pueden inscribirse y no se requiere ser una estrella del balón. Cuesta, dos semanas, 2.173 euros. Otros cursos ofrecen seminarios de dos semanas en los que se aborda el tema del poder de los medios de comunicación y cómo han de entenderse las informaciones en Estados Unidos. No hay clases de inglés, los chicos españoles conviven con niños estadounidenses y una tercera semana más con una familia. Cuesta 2.700 euros, con vuelo incluIdo.
Para alumnos más mayores hay programas especializados de arquitectura, música, danza, literatura o marketing impartidos por universidades o centros privados. Por ejemplo, un curso de arquitectura en Chicago cuesta 2.100 euros.
Aparte de la diversidad de las programaciones, aparecen también cada año nuevos destinos.
El 90% de los alumnos que opta para salir al extranjero lo hace para aprender inglés y los países más concurridos siguen siendo Gran Bretaña e Irlanda. Les siguen Estados Unidos y Canadá. Aun así, cada vez más estudiantes se animan a estudiar en Australia, Hawai, Nueva Zelanda o Suráfrica.
"Irlanda e Inglaterra son destinos para primeras salidas (se puede hacerlo a partir de los 11 años) porque son programas más estructurados, hay clases y se ofrecen actividades a todas horas.
Destinos para expertos
Estados Unidos o Canadá son para gente que haya salido alguna vez. Las clases son más informales, se hace hincapié en la conversación, porque se supone que se dominan los aspectos gramaticales y los alumnos pasan más tiempo con las familia", explica el presidente de Aseproce, Juan Manuel Elizalde.
Los destinos más atípicos están pensados para los más expertos en salidas al exterior y con un buen nivel del idioma extranjero. "Están mucho menos masificados. Los alumnos españoles son una novedad para las familias, que tienen mucho interés en convivir y hablar con ellos. Además, la atención de las escuelas es más personal y de mayor calidad, pues intentan abrirse camino en el mercado", cuenta desde Kells College Ana Fernández. "Y luego está el atractivo cultural en sí de estos destinos. Además de aprender un idioma extranjero se pueden ver ballenas en Nueva Zelanda y apuntarse a un safari en Suráfrica", señala Fernández.
La diferencia está en el precio: cuatro semanas, con 15 clases semanales, acogida en familia, vuelo y programa de actividades cuesta en Irlanda 2.100 euros, en Estados Unidos, 2.500, y Nueva Zelanda o Australia, 3.000 euros.
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