Alfonso Berridi rinde un homenaje a la vida cotidiana con sus fotografías y esculturas

Alfonso Berridi (San Sebastián, 1958) está atrapado por la cotidianeidad de las urbes y así lo expresa en sus más recientes creaciones artísticas. Su última exposición, la tercera que presenta en la Galería DV de San Sebastián, no encierra mensajes ocultos para el visitante. Es, simple y llanamente, "un homenaje a la gente que se levanta todos los días", a la que espera junto a la marquesina la llegada de un autobús que le traslade al trabajo o a sus casas. Berridi plasma este tributo en fotografías realizadas en acetato y muestra su faceta escultórica en tres piezas de madera.

La exposición, que permanecerá abierta al público en la galería (San Martín, 5) hasta el próximo 13 de julio, supone una radiografía de la vida diaria en la sociedad occidental. "Ahora me ha dado por retratar a la gente que vive mirando al reloj, siempre condicionada por el tiempo y las prisas de la sociedad occidental", explica el artista. Se volvió "loco", afirma, para elegir el formato que mejor se prestara a plasmar esta realidad y acabó por decantarse por la fotografía.

¿Por qué esta elección si se le conoce fundamentalmente por sus trabajos escultóricos y pictóricos? "Pensé que sería el mejor soporte para reflejar el movimiento de los autobuses, o una espera", responde. "La fotografía es inmediata y creí que se prestaría bien para realizar estos retratos".

Berridi no presenta fotografías al uso. Estampa sobre acetato las imágenes de autobuses urbanos, de sus paradas, de las gentes que van y vienen. Debajo, como bases, coloca mapas, planos y callejeros, de tal forma que las fotografías quedan desdibujadas. Apuesta por las instantáneas como collage y huye de ser el prototipo de reportero gráfico, aunque es incapaz de sustraerse a la realidad.

El autor, licenciado en Historia del Arte por la Universidad Autónoma de Madrid, vive desde hace 15 años en esta ciudad. Por ello, sus paisajes urbanos representan la atmósfera de las grandes ciudades. "Pero al final lo que aquí transmito ocurre en cualquier sitio", señala.

Dualidad

En todas sus obras, Berridi plasma la dualidad entre lo público y lo privado. Es una confrontación que no sólo queda clara en sus fotografías, sino también en las esculturas realizadas en distintos tipo de madera que muestra en la sala. Una de ellas representa un edificio cerrado. "Es el espacio íntimo, donde sólo uno puede entrar y evadirse de todo", apunta el artista. En las otras dos piezas, "escaleras hacia ninguna parte", habla del vértigo, del miedo, del abismo.

"Todos tenemos un propósito, hemos de hacer, hemos hecho, volvemos, trazamos la madeja enmarañada, nos despedimos, esperamos. La ciudad se dibuja en el plazo de todas la vidas, los que trazan por última vez, los que persisten, los que empiezan", indica Berridi sobre el objeto de su trabajo.

El currículum del artistas donostiarras es rico en exposiciones tanto individuales como colectivas presentadas no sólo en España. Su carrera le ha llevado a Francia e incluso a países como Eslovenia, donde las instituciones financian los trabajos de los artistas y los colocan al aire libre.