¿Por qué hay crisis financieras?
UNA DE las características fundamentales de nuestro tiempo es la volatilidad de los mercados. No hay condiciones objetivas para la seguridad, sino todo lo contrario. El profesor de la Universidad de Columbia y asesor del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Michel Pettis, se aparta de las explicaciones más tradicionales cuando analiza la fragilidad de los países emergentes. No es la naturaleza desfasada de la arquitectura financiera internacional (aunque ésta deba mejorarse y adecuarse a los nuevos tiempos) la culpable de las crisis acumulativas que se han dado en el mundo en los últimos años, sino que éstas se sustentaron en el mal funcionamiento de las políticas económicas en el ámbito local. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha de dejar de actuar como un médico que, después de una crisis, prescribe medicamentos potencialmente perjudiciales, sino que debe evaluar la administración del riesgo soberano y asegurarse de que los países subdesarrollados construyan estructuras de capital estables cuyo objetivo principal sea hacer que los choques imprevistos se desvanezcan.
No hay una crisis financiera igual a la anterior, sino que dependen del papel de la estructura de capital en el desarrollo de una economía. Los problemas de Argentina (país sobre el que se manifiesta muy pesimista), Brasil, Asia, fueron causados principalmente por políticas financieras equivocadas.
Cuando los costes de los trastornos financieros son bajos (lo que ocurre en la mayoría de los países ricos del mundo), las variaciones de la estructura de capital tienen un impacto muy limitado para la economía real. Pero para los países que tienen poca credibilidad económica, altos niveles de deuda, o ambos, el modo en que se diseña la estructura del capital nacional puede ser una fuente significativa de volatilidad en la economía real.
En definitiva, Pettis defiende que muchas crisis no están relacionadas con la mala política económica sino con la mala administración del balance nacional. No porque las políticas económicas locales sean erradas, porque el flujo de capital sea excesivo, porque los inversores internacionales se comporten de manera irracional o incluso porque los regímenes monetarios no sean los adecuados, sino por otras causas relacionadas entre sí: o porque los deudores e inversores han subestimado el origen y la magnitud de la volatilidad, o porque han permitido e incluso estimulado a las naciones a establecer estructuras de capital que sistemáticamente acentúan esa volatilidad.
La máquina de la volatilidad. Los mercados emergentes y la amenaza de colapso financiero. Michael Pettis. Traducción de Luisa Borovsky. Turner. Madrid, 2003. 320 páginas. 24,90 euros.
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