Homenaje a un sabio del XVI

Dos toneladas de acero corten y acero inoxidable satinado han servido para el homenaje que el escultor Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924) ha rendido al jurisconsulto y teólogo navarro Martín de Azpilicueta. La escultura del artista vasco, instalada en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), comparte campus con otra gran pieza de Jorge Oteiza, que, desde hace años, vela el paso de los estudiantes. Pese al expreso deseo de Oteiza de que ambos creadores se miraran cara a cara en sus trabajos, las dos estructuras difunden su magnificencia en planos comunicados, pero distantes.

Los tres metros de altura por 3,3 de anchura de la obra de Basterretxea ocupan un punto del campus cercano al Rectorado. Este espacio se ha ido convirtiendo con el paso de los años en un auténtico museo al aire libre. El autor vizcaíno ha explicado que la distancia entre ambas piezas es una muestra de "respeto" hacia el espacio que Oteiza domina desde hace años en el recinto diseñado por su amigo el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza.

Al final, la obra de Basterretxea comparte espacio con una pieza de Ricardo Ugarte instalada frente a la suya. "Cuando proyecté la escultura no pensé en un tema definido", dice Basterretxea. "Traté de hacer un ejercicio estético de un elemento opaco, cerrado, interior, enmarcado por un elemento más luminoso, con un marco que sugiere alegorías y significados".

Cuando el escultor supo el emplazamiento concreto de su proyecto, dos estructuras superpuestas, buscó un personaje a quien dedicarlo y se fijó en el doctor Martín de Azpilicueta, tío carnal del patrono de Navarra, San Francisco de Javier. Azpilicueta nació en Barasoain en 1492 y falleció en Roma en 1586. "Es un personaje demasiado poco conocido, pero conforme te acercas a él, crece la atracción, porque fue uno de los sabios de la época", explica Basterretxea. Azpilicueta huyó a Toulouse cuando Castilla derrotó militarmente a Navarra y ocupó su territorio. El sacerdote, que vistió el hábito agustino en Roncesvalles, fue nombrado en 1533 catedrático en la Universidad de Salamanca. Luego se incorporó a la cátedra Prima de Cánones en la Universidad de Coimbra.

Las dos estructuras que definen el homenaje de Basterretxea remiten conceptualmente a "la vida tan fecunda e intensa intelectualmente de esta figura recuperada". El escultor satisface además un capricho personal con la colocación de su pieza. "Yo quería ser arquitecto y nunca pude estudiar porque mi familia se tuvo que exiliar por la Guerra Civil. Siempre he sentido que la universidad era un lugar de gran prestigio intelectual inaccesible para mí. De ahí que me haya resultado muy emocionante acceder de alguna forma al ámbito universitario".

La UPNA homenajeó a Basterretxea el pasado mes de abril con una exposición antológica de grabados, collages y la exhibición de Mari, la última pieza creada dentro de la serie cosmogónica vasca por el escultor vizcaíno.

"Creo que es una forma de acercar a la universidad la sensibilidad de una obra artística, porque si el arte es bueno es un hecho ejemplarizante", explica el autor.