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Reportaje:

Bañándose con el chapapote

El fuel 'ennegrece' la temporada de playas del Cantábrico

En el litoral cantábrico, la gente se ha acostumbrado a convivir con el fuel del Prestige. Hasta tal punto que, para algunos, lo de menos es tenerlo pegado cada día en los pies. Lo de más, cuestiones de pura terminología: "¿Chapapote? ¡Qué manía! Aquí siempre se ha llamado galipó". Conchi se limpia los pies con aceite de oliva y guata en las cabinas de la playa de la Concha de San Sebastián, una de las 70 afectadas en la costa norte de España por la nueva avalancha de hidrocarburo. No es la única; junto a ella, media docena de bañistas practican el mismo ritual. Han tenido que acostumbrarse este año con la llegada de la temporada de playas.

¿Hay resignación? ¿Inconsciencia? ¿Rabia? "Bastante daño ha hecho ya el Prestige, que nos ha arruinado la costa y la fauna marina, como para que ahora nos amargue la temporada de playas", dice Mireia. "Sobre todo, después del invierno que vivimos el verano pasado". Este sentimiento debe ser mayoritario, porque los arenales de San Sebastián

"Hoy sólo me bañaría en la playa de Ondarreta si tuviera que realizar un rescate"

-donde el miércoles se recogieron 3.910 kilos de residuos impregnados de fuel- estaban ayer abarrotados. Sólo el anuncio de que amenazaba galerna forzó a los bañistas a abandonarlos. "No nos engañemos", aclaró un socorrista. "La gente también se va porque empieza a ponerse nerviosa con el partido de la Real".

La de ayer no fue una de las jornadas más negras de los últimos días. "El viento del Este ha frenado la llegada de una mancha situada a unas 30 millas de la costa de Bermeo [Vizcaya]. Pero esta noche cambiará y tememos nuevas avalanchas", explicó Imanol Gómez, responsable de playas de Salvamento Marítimo en San Sebastián. Ayer no se veían galletas de fuel, ni siquiera en la zona central de la bahía de la Concha, la más afectada. Pero bajo la arena quedaban los restos traidores que han ido dejando las mareas. "Piensas que pisas en limpio y siempre sales manchado", se lamentaba Antonio. Como a él le ocurre diariamente a una media de 600 personas en San Sebastián. Por eso, el Ayuntamiento reparte diariamente en todas las cabinas y puestos de socorristas bidones de aceite y algodón. Y también por eso el Gobierno vasco, que ha intensificado la limpieza en el mar, ha comenzado a distribuir en las playas un jabón biodegradable que quita mejor el fuel.

Las contundentes palabras que pronunció el miércoles el portavoz del Gobierno vasco, Josu Jon Imaz -al Ejecutivo "no le temblará el pulso" si tiene que cerrar las playas en pleno campaña-, han inquietado al sector hostelero, pero no han creado alarma social. La prueba está en la arena. Porque el chapapote ha acabado por convertirse con los meses en un compañero engorroso para quienes no han renunciado a su baño diario. Pero nada más. Ni siquiera los surfistas, que ayer seguían atentos el Campeonato de Surf de Guipúzcoa."La semana pasada fue un infierno, pero no tengo intención de dejar de entrar en el agua", aseguraba ayer Carlos. Tampoco su compañero Julen."Ahora vamos con cuidado de no tragar agua y hace tiempo que notamos los ojos más secos y el pelo aceitoso", dice. Los análisis diarios del estado del agua no hacen que nadie se sienta del todo seguro, aunque se arriesgue. El propio Imanol Gómez reconoce: "Los test indican que todo está bien, pero en 16 años que llevo trabajando en esto nunca había visto el agua tan sucia.

Yo hoy [por ayer] sólo me bañaría en Ondarreta si tuviera un rescate".

Las nuevas mareas negras, que han azotado con fuerza al litoral guipuzcoano, también preocupan, y mucho, en Santander. Hace cuatro días se reclutaron precipitadamente 1.000 personas para limpiar las playas. Entre ellas, El Sardinero, una de las más afectadas. El Ayuntamiento ha dispuesto seis puntos en los principales accesos al arenal donde gratuitamente se facilitan toallas de tela grandes como servilletas, humedecidas con aceite o vaselina líquida medicinal.

En el Sardinero, todo el mundo pone de su parte. Jóvenes expertos en educación medioambiental atienden a los bañistas que acaban pringados de chapapote. Rubén Pindado, al frente de uno de los puntos, estudiante de Informática el resto del año, asegura: "La gente protesta pero no excesivamente. Lo que sí parece es que el fuel restringe los saludables paseos por la orilla del mar porque se cree que es la zona más afectada por las pellas".

Para Teresa Negro, residente en Santander desde hace 15 años, sentir "el combustible en los pies y tener que limpiarlo cuanto antes es un incordio". Pero no piensa dejar de acudir a esta playa, uno de los arenales europeos de moda desde hace un siglo. Lo que no sabe ella, ni nadie, es cómo reaccionarán los turistas convertidos en pies negros, ahora que la gran avanzada turística está a punto de llegar.

En todo caso, una de las mayores preocupaciones es que el Sardinero pueda perder su rango de playa azul si las cosas empeoran. Aunque no parece. El consejero de Medio Ambiente de Cantabria, José Luis Gil, aseguró ayer que la oleada de restos de fuel está remitiendo. De todas formas, se sigue trabajando. Quinientos trabajadores de la Demarcación de Costas y otro medio millar contratado por la Consejería de Medio Ambiente actúan contra esta amenaza. En el aire hay un avión de reconocimiento para adentrarse en el Cantábrico frente al litoral, auxiliado por un helicóptero. A partir de las 7.00 y hasta las 21.00, en las playas que bañan las principales poblaciones de Cantabria (Santander, Laredo, Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera, Santoña, Comillas y Noja, entre ellas) el horario de limpieza se prolonga durante 14 horas en el día, pero si una nueva llegada de chapapote lo impusiera, la actividad se prolongaría de noche.

Afección en todo el litoral

Ayer, 48 playas del norte de España se vieron afectadas por la entrada de pequeños restos de fuel, frente a las 90 de hace tres días y las 70 del sábado. Al cierre de esta edición, no había datos concretos sobre las cantidades recogidas en los arenales asturianos ni en Galicia, ni en Cantabria. En el País Vasco los servicios de limpieza retiraron 5.321 kilos de hidrocarburo -3.346 en las playas y 1.975 en el mar- y se avistaron pequeños regueros de fuel dispersos a lo largo de toda la costa. La provincia más afectada fue Guipúzcoa, como durante toda la semana pasada -el hidrocarburo del Prestige se cebó especialmente en las playas de San Sebastián, Zumaia, Zarautz y Getaria-. Allí, el operativo dispuesto por la Comisión Interinstitucional del Seguimiento del Prestige del País Vasco retiró 1.911 kilos de chapapote. En Vizcaya se recogieron 1.435.

La remisión de la llegada de fuel no ha hecho bajar la guardia en Euskadi. El viento ha soplado del Este el fin de semana y ha frenado la entrada del fuel. Pero para mañana, las previsiones son menos optimistas. Se prevé viento del norte, que puede volver a llevar chapapote al litoral.

Unos bañistas se quitan el chapapote de los pies en la playa de La Concha, en San Sebastián.
Unos bañistas se quitan el chapapote de los pies en la playa de La Concha, en San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

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