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LA COLUMNA
Columna
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Fin de la inocencia

IRRADIABA LA NUEVA dirección socialista, desde el mismo día de su elección, un aire como de inocencia con el que daba por descontado que todas las puertas, incluso la de los votantes, se les abrirían de par en par. Inocencia frente a la generación de los mayores, a la que venían a sustituir tras el naufragio de los años noventa. Inocencia frente al adversario, habituado a los peores modos posibles y sobre el que cayeron todas las culpas: del chapapote, de la guerra, de los desastres, del bronco clima político. Inocencia, en fin, ante los electores: se habían construido una imagen tan tranquila y calmosa que todo el mundo, llegaron a creer, estaba deseando su triunfo.

De pronto, a esos dirigentes se les ha borrado la sonrisa y les han crecido las ojeras. Incrédulos ante la espantada de dos de los suyos en la Comunidad de Madrid, comenzaron a hablar, jaleados por algunos tertulianos y publicistas, de golpe de Estado contra la democracia, sin parar mientes en que, si tal era el caso, a ellos mismos habría de imputárselo, pues los dos elegidos en la lista del PSOE aparecían no ya como colaboradores necesarios de tal golpe, sino como sus directos perpetradores. No es que la trama les pusiera una pistola en la nuca y les conminara a la rebelión, sino que ellos eran parte principal de la trama, la que empuñaba la metafórica pero letal pistola. Dos personas, por cierto, cuya cualidad de electos socialistas no se esfuma por su fulminante expulsión, medida que ha tenido el devastador efecto de informar a los electores de que los que confeccionaron la lista estaban al cabo de la calle de su catadura moral: ni siquiera han necesitado abrirles un expediente para condenarlos; lo sabían todo de ellos.

La cosa es que, a falta de respuesta política a la crisis abierta por los dos ausentes, los dirigentes socialistas decidieron buscar una salida judicial. ¡Ah, si los jueces encontraran por fin la trama entera, le echaran la mano encima y consiguieran sentarla en el banquillo! Sin duda, bienvenida sea la publicidad, con nombres y apellidos, de todo lo que se mueve alrededor de planes de urbanización, recalificación de suelos, cambios en volumen de edificabilidad y otros artilugios que han dado lugar a ese complejo, ya que no industrial-militar, al menos inmobiliario-político, tan cancerígeno para la democracia como el denunciado por Eisenhower. Adelante con el empeño y que no quede nada por salir a la luz, en Madrid como en Sevilla, la Nueva o la Vieja, en Cataluña como en Valencia, o dondequiera. Pero más acá de este fuego purificador que a todos abrasa, algo habrá que hacer para recuperar la destrozada confianza de los electores socialistas, despiertos ellos también del sueño de la inocencia.

Pues esta crisis es política y exige a gritos una respuesta política que sólo el PSOE puede dar. La política, si las palabras conservan algún sentido, es acción, no sólo palabra, no principalmente imagen. Para empezar, algo tendrá que hacer la dirección de este partido con su federación madrileña y con esa ya casi secular práctica del trasiego de votos controlados por pequeños grupos para garantizar la mayoría al mejor postor. Mientras lo hace, algo habrá que proponer, además de repetir que esto es un atentado contra la democracia, para salir del bloqueo institucional. Rafael Simancas, después de pedir en vano que "estos corruptos" renuncien al acta, acaba de anunciar el comienzo de la única salida posible: su compromiso de no gobernar valiéndose de sus hipotéticos votos. Sabe bien Simancas que con esta decisión, que obliga a una inminente convocatoria de elecciones, arriesga la posibilidad de presidir la Comunidad; pero ésa era la mínima satisfacción debida a sus electores por haberles llevado a elegir a esos dos personajes.

Queda ahora que la dirección federal del partido, responsable en última instancia de la elaboración de las listas, liquide también su parte de responsabilidad en el asunto. Pues asumir la responsabilidad no puede quedarse, como siempre, en decirlo y hacer luego de don Tancredo. Si las próximas listas vuelven a estar confeccionadas por los mismos que, según confesión propia, sabían que dos de los incluidos en la de Madrid eran unos "corruptos" y "golpistas", entonces apaga y vámonos. Este equipo dirigente, que ha sacado ya todo el petróleo posible a la inocencia y a la imagen, habrá iniciado su marcha hacia la ruina, y el PP, con todas sus tramas, se habrá afincado en el poder por otra larga temporada.

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