Contrarreloj humanitaria
Un ciclista recorre 3.000 kilómetros para denunciar casos escogidos por Amnistía de violaciones de los derechos humanos
El egipcio Wissam tendrá que penar durante cerca de año y medio en la cárcel por haber entrado en un chat gay. Su causa es una de las escogidas por Amnistía Internacional para alertar sobre los ataques a los derechos humanos a través de una carrera en solitario que está llevando al ciclista italiano Willy Mulonía por numerosas ciudades españolas, entre ellas Sevilla, adonde llegó ayer, Córdoba, Granada, Jaén y Almería. La carrera conmemora, además, los 25 años de la sección española de Amnistía Internacional.
Cuando el corredor entre el próximo 12 de julio en Valencia habrá pedaleado durante seis semanas por otras tantas causas. Los 3.000 kilómetros que recorrerá en total habrán servido para llamar la atención sobre la situación de Tatiana, una rusa víctima de malos tratos; Bernardo, un periodista cubano en prisión; Abu-Ali, condenado a muerte en Estados Unidos; Alexander, un niño asesinado por la policía en Honduras; la activista colombiana amenazada Jackeline y el homosexual egipcio Wissan, apadrinado este semana con motivo del Día del Orgullo Gay.
Willy Mulonía, de 35 años, es un profesor de educación física que ha convertido una de sus aficiones, el ciclismo, en una misión pedagógica. El año pasado cruzó de Sur a Norte el continente americano, desde la Patagonia hasta Alaska para denuncia la tortura y los malos tratos. Fueron 27.000 kilómetros, 18 meses y su primera colaboración con Amnistía Internacional. "Tenía la sensación de hacer algo por los demás", indica. Un año antes había estado a punto de morir en Alaska, mientras competía a 50 grados bajo cero. En cierta medida lo interpretó como una señal, un signo que le animó a pensar que ciertos desafíos merecen la pena si se hacen por alguien más aparte de uno mismo.
Antes de sus carreras solidarias, el ciclista ya había participado en aventuras difíciles como el rally de Kenya o el International Maratón Bike del Sáhara. El próximo mes de octubre partirá hacia el Himalaya para tratar de cruzarlo en bicicleta. Su experiencia será seguida por escolares de varios centros.
Comparada con otros proyectos, la Contrarreloj por los derechos humanos no entraña grandes dificultades para el deportista italiano, que reside en Madrid. "Es claramente un paseo, pero de una responsabilidad enorme", precisaba ayer Mulonía, en la plaza del Salvador, donde integrantes del grupo local de Amnistía Internacional instalaron una mesa para recoger firmas en favor de Wissam, castigado sólo por su orientación sexual.
El ciclista, que partirá hoy hacia Córdoba, se llevará todas las cartas recibidas por la organización en favor del preso egipcio. La bicicleta con la que partió de Barcelona el 31 de mayo, fabricada a propósito para esta ocasión, lleva acoplada un carro donde se pueden depositar cartas en favor de las seis personas apadrinadas por el deportista y Amnistía Internacional.
Mulonía cree que cualquier persona puede disponer de la "fuerza" necesaria para "hacer cosas increíbles" y que también cualquiera puede "hacer algo por defender los derechos humanos".
La sección española de Amnistía Internacional, fundada hace 25 años, cuenta con más de 25.000 socios. Alrededor de un millar son voluntarios que trabajan activamente a favor de la organización.
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