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AL VOLANTE
Columna
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Ágil y fácil de conducir

La escasa altura de la carrocería y sobre todo las contorsiones que exige para entrar y salir anuncian el carácter juvenil del Smart Roadster. Su original diseño exige sacrificar en parte el confort, y con apenas 1,2 metros de altura tiene una posición de conducción muy deportiva y curiosa: parece que se va sentado casi encima del suelo. Pero hay espacio para estirar las piernas, los asientos sujetan bien y su pequeño habitáculo no agobia mucho.

Un motor alegre y poco peso

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Deportivo de juguete

El pequeño motor 0.7 turbo de tres cilindros y 82 CV sería muy justo para cualquier descapotable, pero es correcto para este Smart. La clave está en su ligereza -790 kilos-, que, junto al cambio secuencial de seis marchas, permite ofrecer unas prestaciones dignas.

El conjunto es muy completo y ofrece una respuesta elástica desde bajo régimen y buenas aceleraciones en las marchas cortas. Sorprende lo bien que mantiene ritmos altos en carretera: siempre está en posición de tiro y apenas exige reducir, incluso para adelantar o en las subidas. Además, el cambio se puede accionar manualmente con un toque de palanca, pero si el conductor se olvida, sube de marcha al llegar a 6.000 vueltas. Para llevarlo en automático basta pulsar un botón en la palanca.

Estas soluciones hacen muy fácil la conducción, provocan una agradable sensación de seguridad y se completan con unos consumos austeros: seis litros a ritmos suaves y ocho en ciudad y conducción rápida.

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Nervioso pero seguro

A pesar de su imagen, este coche es un utilitario para la ciudad y alrededores. No lleva dirección asistida, pero el volante no es duro en las maniobras. Y gracias a su bajo peso resulta muy manejable, aunque su ligereza y la escasa distancia entre los ejes provocan unas reacciones vivas que exigen acostumbrarse y pueden sorprender al principio a los conductores novatos, porque tiene un comportamiento nervioso que recuerda a los descapotables de los setenta. No destaca por su eficacia y estabilidad en las curvas, pero va bien y, como cuenta con las últimas ayudas electrónicas -ABS y ESP-, corrige los errores del conductor y se muestra seguro y hasta divertido en algunos momentos.

Aunque las prestaciones son más que suficientes para viajar sin agobios, no es el coche ideal para trayectos largos. Las suspensiones absorben bien los baches y no son incómodas, pero la sensación de aplomo y consistencia es escasa, sobre todo a alta velocidad y en curvas con piso ondulado. A ritmos tranquilos ofrece un confort aceptable, pero resulta muy ruidoso: el motor se oye mucho (va en la espalda de los ocupantes) y, junto a los silbidos aerodinámicos, obliga a hablar en voz alta.

Por lo demás, los frenos paran bien, pero el pedal es muy esponjoso y se hunde demasiado al pisar a fondo. En cambio, la capota está bien resuelta y se puede quitar y poner en marcha sin parar.

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