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Reportaje:

Mas y la tuneladora

El 'conseller en cap' pone en marcha una perforadora de la línea 9, cuya primera piedra puso hace un año

Un día los barceloneses utilizarán la línea 9 del metro. Será un gran día del año 2007, según aseguró ayer Artur Mas, conseller en cap. Para entonces la conocerán como la palma de la mano, pues cuando algún miembro del Gobierno no anda inaugurando alguna parte de la obra, es el Gobierno en pleno quien la publicita en televisiones, radios, metros y otros sistemas de anunciamiento. No hace mucho, dos señoras ya de edad comentaban que deseaban visitarla, pero no sabían dónde. En cambio, Artur Mas se la encuentra a cada rato. Y aprovecha para inaugurarla.

El 22 de junio de 2002 puso la primera piedra. El 20 de diciembre de ese mismo año fue a Alemania a visitar una de las cuatro tuneladoras que se utilizarán para perforar el subsuelo de Barcelona. Luego, llegaron dos de esas máquinas (la primera, el 18 de febrero, y la otra, el 1 de abril). Fue una llegada por mar, con gran aparato y no menos pompa. Ayer hubo aún más: se puso en marcha una de las perforadoras y fue Artur Mas quien apretó el botón correspondiente.

Una de las máquinas se llama Besi, por el Besòs, y la otra Llobri, por el Llobregat

El montaje fue espectacular, es decir, un espectáculo.

Antes que nada, visita a la nave donde se construyen las dovelas. Una nave inmensa, donde entran hierros retorcidos en forma curva, son convenientemente cubiertos de cemento y acaban listos para formar parte de la pared del túnel. Allí trabaja bastante gente. Hace mucho calor y hay mucho, muchísimo ruido. Tanto, que todos los obreros deberían utilizar auriculares protectores. La mitad lo hacía. El resto, no, aunque había aparatos a disposición de quienes no los llevaban. Un portavoz del Gobierno catalán aseguró que entre la comitiva inaugural había representantes del Departamento de Trabajo, pero no precisó si habían abierto expediente por infracción de las normas de seguridad e higiene.

A unos metros de la nave: el agujero. Y en él, la inmensa tuneladora que perfora las entrañas de la ciudad para que dentro de un tiempo pase el metro.

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La puesta en marcha ayer, tras el correspondiente bautizo con cava, se llama Besi (diminutivo de Besòs); la que se podrá en marcha dentro de unos días se llama Llobri (supuesto diminutivo de Llobregat). Besi sale de Santa Coloma y Llobri de Badalona. Ambas deben coincidir, más o menos, en Sagrera. El nombre ha sido decidido en un concurso que también ha servido para elegir un dibujo que sirve de mascota. Una figura femenina y otra masculina, ambas de rasgos mariscalianos, distanciadas entre sí y unidas por una anchísima nariz. Es un símbolo, explicaron representantes del Gobierno catalán. La nariz es un símbolo del túnel de la línea 9. Algún miembro del Ejecutivo, sin embargo, prefirió esconderse que opinar sobre el asunto.

Además, hay una especie de magdalena que si bien se mira (bien, pero bien, bien) permite intuir que incluye una "L" y un "9". Un poco más de simbolismo, que no sólo de materialidad vive el hombre.

A Artur Mas la tuneladora le encanta. Se nota en el énfasis que pone en elogiar su eficacia. El mismo que emplea para referirse a toda la obra: "La más cara de todas las hechas por el Gobierno catalán" a lo largo de 23 años. Tan cara que hay incluso ajustes por redondeo. El coste es de 2.248 millones de euros. En pesetas, 374.000 millones. Pero a Mas la emoción le vence y sube hasta los 400.000 millones. Es también la más larga de Europa. Supera a Metrosur (Madrid) en 1,9 kilómetros, aunque esta línea ya funciona y la 9 sigue siendo un dibujo.

Como ya ocurriera en junio del año pasado, el alcalde de Barcelona en funciones, Xavier Casas, se excusó por problemas de agenda. Y es que la agenda municipal parece incompatible con la de Felip Puig. A los dos problemillas de fechas de la línea 9 hay que añadir el que se produjo en mayo, cuando fue imposible que se reunieran con Fomento para firmar el consorcio de la estación de la Sagrera. Una firma que sigue pendiente de las agendas.

El bautizo no fue fácil. Artur Mas agarró una botella de cava sin etiqueta y la lanzó con fuerza contra una zona de plancha donde debía estrellarse y hacerse añicos. Pero el vidrio catalán es muy resistente y el conseller en cap necesitó de un segundo lanzamiento para acabar con la botella y manchar los trajes de quienes se encontraban más cerca de la zona de choque.

Acto seguido, Besi fue puesta en marcha. Empezó a perforar y, cinco minutos más tarde, las cintas transportadoras sacaban la primera tierra. La velocidad de perforación (que incluye la colocación de dovelas, es decir, que deja el túnel listo para vías, señalización y detalles) es de hasta 15 metros diarios. En 2004, la obra tendría que estar lista hasta Sagrera, pero ayer Mas sugirió que quizás sea en 2005. A cambio, prometió que el final de los finales (la llegada al aeropuerto) quizás fuera en 2006 y no en 2007.

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