La valentía de viajar en tren
Hace un mes, en un alarde de valentía, volví a viajar en el Talgo Murcia-Madrid. Me decían que me vendría bien para poder superar el trauma después de haber sufrido el accidente del 4 de enero en Tobarra. Hasta que llegó este momento me repetí una y mil veces que no volvería a pasar un desastre de tal envergadura, y me lo creí.
A mi hijo Alfonso, de ocho años, que también sufrió el accidente, he tratado de convencerle de que el tren es la forma más segura de viajar, que no tiene que pensar que volverá pasarle algo igual. Cuando ya lo tenía casi convencido para hacer un corto viaje, ocurre la catástrofe de Chinchilla. ¿Con qué fuerza moral puedo seguir esta terapia para que no quede traumatizado?
Cuando se enteró del nuevo accidente, me dijo: "Mamá, ¿no decías que no volvería a pasar nunca más? No supe qué contestarle, porque achacarlo a la casualidad me parece muy osado; son 13 accidentes ferroviarios en cinco meses. Más tarde le dije (una tontería) que el motivo había sido distinto al accidente que nosotros sufrimos. Mi respuesta no le convenció y se puso a jugar, posiblemente para olvidar el tema, pues, a fin de cuentas, de nuevo hubo muertos, sangre, dolor, gritos, llantos, desesperación, miedo..., un infierno igual que el que él vivió.
Que no me digan tonterías, que no hagan ridículas comparaciones, a mí qué me importa que en Francia y Alemania el índice de seguridad sea menor que aquí. Señores, yo vivo en España y está claro que la seguridad aquí no es buena.
Sé que se están haciendo grandes inversiones para mejorar la red ferroviaria y para el AVE, pero la pena es que los arreglos llegarán un poco tarde. Es triste que tengan que pasar desgracias como ésta y otras muchas para que agilicen las mejoras de una línea que hace muchos años lo está esperando.
Al señor Álvarez Cascos le pedí prudencia tras el descarrilamiento de Tobarra, ya que nada más presentarse en el lugar del suceso descartó el fallo humano y técnico. Ahora dice que en el caso de Chinchilla ha sido un fallo humano el causante de la catástrofe. Si es así, no creo que el responsable sólo haya sido el jefe de circulación, más bien será quien permite que Renfe funcione en estas condiciones un tanto trasnochadas.
No sé si quedarán carteles publicitarios en los que se leía "Papá, ven en tren"; si eso es así, es mejor que los quiten, pues creo que la publicidad engañosa está prohibida, ya que, por desgracia, hay padres que no vuelven.
Mi más sentido pésame a los familiares de las víctimas y una pronta mejoría al resto de los accidentados.
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